Fantasías animadas de ayer y hoy. Hombres maduritos que caen del árbol de la conciencia y pasan a ser pasto fácil de las tentaciones. Que no siempre viven arriba: a veces entran por esa puerta y, zas, lo que parecía estable y coherente se vuelve un patatal de sensaciones y placeres pegados al mejor impostor. Infidelidades: reales o imaginadas. El plan nuestro de cada día que sirve tanto para un roto cómico como para un descosido dramático. A saber qué habrá visto el gran actor Auteuil en esta historieta de cuernos, picores y salsas salpiconas para ponerse tras la cámara, reclutar al compadre Depardieu y a la siempre eficaz Kimberlain y facturar una comedia de bromas y veras que juega al despiste con una estructura dislocada que descoloca a veces a la hora de situarnos en el tiempo y la realidad. Lo cierto es que la función entretiene por el trabajo de un reparto en en el que no desentona una chispeante Adriana Ugarte aunque pasa de la chorrada al chorro certero con demasiada frecuencia. Y el final es sonrojante.