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Regreso al futuro

La desconocida enfermedad digital

Una red europea de psiquiatras lanza un manifiesto para abrir una investigación internacional sobre los daños de internet

Yuhyun Park.

"Cibercondria" es el nuevo palabro con el que podría denominarse un comportamiento compulsivo que ni siquiera está homologado como tal pero que los médicos empiezan a ver en sus consultas. Vendría a ser la hipocondria de toda la vida pero potenciada por la infinita posibilidad de consultar a través de internet, usando compulsivamente los motores de búsqueda, el "Doctor Google", posibles síntomas de que estamos muriéndonos a causa de una enfermedad gravísima. Imaginaria, por supuesto.

El diario "The Guardian" entrevista a Naomi Fineberg, psiquiatra en la universidad de Hertfordshire, quien constata que esta versión digital de hipocondria "es más común de lo que nos damos cuenta". Otro trastorno sería una especie de "síndrome de Diógenes" digital. Es decir, la renuencia a desprenderse de toda la información acumulada online. Sin embargo, como subraya Fineberg, "nadie sabe hasta qué punto esto se está desarrollando y causando problemas". Esta especialista encabeza una red de departamentos de Psiquiatría de toda Europa, financiada por fondos de la UE, para abordar una amplia investigación internacional que permite caracterizar cuál es el impacto sobre la salud del denominado "uso problemático de internet" (PUI, por sus siglas en inglés). Esta todo por hacer, insisten estos científicos que acaban de publicar un manifiesto en el "Journal European Neuropsychopharmacy": definir los trastornos, validar las herramientas clínicas, conocer la biología de nuestro cerebro para ver cómo la tecnología nos puede enganchar, cuál es el impacto socioeconómico de todo ello... "Estamos muy interesados en el concepto de biomarcadores, incluidos los marcadores digitales. En otras palabras, el patrón de su acceso a internet puede permitirnos detectar si esa persona es vulnerable o no", precisa Fineberg a "The Guardian". Internet nos está cambiando como especie y puede que también nos esté haciendo enfermar. Pero aún no sabemos con certeza cuánto y cómo, advierten estos especialistas, preocupados por unos desórdenes que pueden ser especialmente devastadores en los niños.

En este sentido, la revista "Nature" recogía recientemente el trabajo del DQ Institute, un grupo internacional de expertos encabezados por Yuhyun Park, doctorada en bioestadística en Harvard. El objetivo de este instituto es promover la "resiliencia digital" de los niños "enseñándoles a enfrentarse" a los peligros del mundo online. Para medir esa capacidad para afrontar o sucumbir al impacto tecnológico han creado el índice DQ equivalente al coeficiente de inteligencia (IQ) pero que mide si los niños comprenden "la importancia de su identidad digital, la gestión del acoso cibernético o del tiempo que pasan ante la pantalla o las medidas de ciberseguridad que adoptan". Quieren que los niños desarrollen un "filtro interno" ante la incansable labor de unas máquinas diseñadas para apelar a sus debilidades psicológicas y tenerlos enganchados el mayor tiempo posible.

Los datos de una generación que pasa más de seis horas al día ante una pantalla, y que empieza a tener problemas para reconocer emociones o a manifestar serios déficits de atención, son preocupantes. Un estudio del Instituto DQ hecho este año entre 38.000 niños de 8 a 12 años de 29 países descubrió que el 47% de ellos sufrían ciberacoso, el 11% era adicto a los videojuegos y el 10% se había citado en la vida real con personas que había conocido online.

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