"Me ilusionan mucho los encuentros que tendré con escolares y estudiantes universitarios", afirmó ayer Svante Pääbo, premio "Princesa de Asturias" de Investigación Científica y Técnica de la presente edición, instantes después de llegar a Oviedo, al filo de las 21.45 horas. El paleontólogo sueco afincado en Alemania ha venido acompañado de su hija Freja, de seis años, y de su hijo Rune, de 13.

"Tengo muchas ganas de visitar el colegio y de estar con chicos de edades similares a las de mi hijo", declaró Pääbo en alusión a la conferencia que pronunciará a las 12.00 horas de hoy en el instituto de enseñanza secundaria de Infiesto, el más próximo al yacimiento neandertal de la cueva de Sidrón (Piloña), que visitó en 2007. Expondrá sus investigaciones a alumnos de varios centros educativos de la región y también visitará la exposición "Los 13 de El Sidrón".

Considerado uno de los fundadores de la paleogenética, disciplina vanguardista y muy prometedora, Svante Pääbo (Estocolmo, 1955) calificó de "muy emocionante" y "algo muy grande" la conquista del premio Princesa de Investigación. "Estar aquí es uno de los grandes éxitos de mi carrera", enfatizó.

Esta tarde, a las 19.30 horas, mantendrá un encuentro con público en el Paraninfo del Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo. Y mañana jueves, a las 9.30 horas, participará en un desayuno de trabajo con estudiantes de doctorado especializados en su ámbito de investigación, en la Capilla del mismo Edificio Histórico.

Ayer, a preguntas de los medios de comunicación sobre sus investigaciones actuales, Svante Pääbo subrayó su aspiración de "ir más atrás en el tiempo y desarrollar técnicas que nos permitan investigar ancestros de los humanos aún más antiguos". Asimismo, expresó su interés por "entender los cambios en las funciones del cerebro de los neandertales".

Pääbo dirige el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig. Entre otros méritos, lideró el proyecto de secuenciación completa del genoma del neandertal, especie extinguida hace aproximadamente 30.000 años, cuyo borrador se publicó en el número de mayo de 2010 de la revista "Science".