La estadounidense Sylvia A. Earle, 83 años, premio "Princesa de Asturias" de la Concordia, llegó ayer al IES Doña Jimena para zambullirse en el cariño de los más pequeños, fascinados con la dama de los océanos. Llegó dando brazadas de cariño, mostró a los niños el saludo "calamar gigante" que "me enseñó mi nieto", dijo, y se fue con el plástico que inunda los mares fundido y convertido en un corazón al que besó, emocionada.

Fue en el marco de la actividad "Sin azul no hay verde" para concienciar de la necesidad de eliminar residuos de los océanos, con un IES Doña Jimena a rebosar de alumnos y docentes y en un acto en el que Sylvia A. Earle se abrió a los niños para contarles que "la vocación de científica me llegó cuando una ola casi me traga en el mar en New Jersey y empecé a hacerme preguntas sobre los animales que viven allí", explicó a los estudiantes, a quienes advirtió sobre "lo privilegiados que sois" porque "tenéis a vuestro alcance conocimientos que no existían cuando yo era pequeña". Y con ese conocimiento "tenéis la oportunidad de ser los héroes para cuidar de la Tierra", les aseguró, antes de animarlos a "hacer preguntas sin parar, como hacen los niños; no crezcáis nunca".

Fue un acto distendido, en el que Earle quiso escuchar todas y cada una de las inquietudes infantiles para darles algunas claves de futuro: "Cuando me decían que por ser chica no podía hacer algo, yo siempre contestaba: ¿Y por qué no?", relató. También aseguró que "existen muchos motivos para el optimismo", porque "sois la generación mejor preparada de la historia de la humanidad para cambiar las cosas; la seguridad del Ártico es nuestra propia seguridad", aseguró, tras recomendar a los pequeños que actúen "como científicos, mirando con curiosidad e informando con honestidad".

Tras someterse al escrutinio escolar, la investigadora y oceanógrafa tuvo la oportunidad de ver las criaturas marinas elaboradas con materiales reciclados, como la medusa de vasos de plástico de Inés Alonso y Elia Álvarez o el pez de tetrabrik de Elisa Uría y Aitana Velasco, junto con decenas de trabajos "para decir a la gente que estamos obligados a cuidar el planeta", como explicó Mateo Lagar a Sylvia A. Earle en correcto inglés. También visitó un singular mar de plástico en el que se tumbó para disfrutar más del trabajo de los alumnos.

El entusiasmo por la premiada fue tan grande que los chavales le hicieron la ola, y ella no dudó en sumarse. Como colofón, los alumnos de FP de la Laboral presentaron su máquina para triturar, fundir y reutilizar plástico. Con un puñado de tapones le hicieron un corazón. Y la dama de los océanos se fue empapada de cariño.