Bajo un hórreo situado en medio del pueblo de Moal, los vecinos Alicia Rodríguez y Delfino Lago realizan hoy dos trabajos típicos del otoño en los pueblos con huerta. Se trata del enramado o enristrado de cebollas y del escaxinado de las fabas, unas labores que los Reyes podrán ver en directo durante su paseo por el "Pueblo ejemplar".

Aunque la tarea de hoy sea simbólica, una demostración, no es algo artificial. Ambos vecinos continúan manteniendo la tradición de estos trabajos manuales para conservar, en un caso, y para obtener, en el otro, los productos de la rica huerta de Moal.

"El enramado no pasa de moda, es la mejor fórmula para poder colgar las cebollas y facilitar que estén aireadas y no se pierdan", señala Delfino Lago. A lo que Alicia Rodríguez añade que, siguiendo esa costumbre, se consigue que "las cebollas aguanten frescas de una temporada a otra".

El encargado de mostrar cómo se hace el enramado de las cebollas será Delfino Lago; para ello irá trenzando los tallos secos de las cebollas creando un gran ramo, que posteriormente se debe colgar, normalmente en las paredes de los hórreos o en sus corredores. En esta ocasión, el enramado se hará utilizando tan solo los tallos de las cebollas, pero en Moal, para darles más seguridad, se suele usar cuerda, que hace años sustituyó la función de las plantas trepadoras que se intercalaban en el trenzado para darle más estabilidad a la ristra.

"Es un trabajo de finales de septiembre o principios de octubre; se dejan las cebollas secar bien tras sacarlas de la tierra para hacer los enramados, igual que se hacía luego con el maíz", recuerda Lago, quien aseguraba ayer que no estaba nervioso con la función que le toca desempeñar durante la visita de los Reyes.

Más intranquila se mostraba Alicia Rodríguez, a quien le toca desenvainar o, como se conoce en la zona, escaxinar las fabas. "Es algo muy fácil que no tiene ningún misterio", explicaba ayer mientras aprovechaba para sacar las fabas de las vainas con el gesto de rápido de quien está más que acostumbrado a realizar un trabajo. "Voy a escaxinar fabones de mi huerta que aún estoy recogiendo porque aquí hasta que llegan la heladas se dan muy bien", precisa.

Ambos vecinos coincidieron en resaltar la buena huerta que tiene Moal. "El pueblo está situado en una vega, por donde pasa mucha agua, y eso es muy bueno para la hortaliza", recalca Alicia Rodríguez.

Algo que para Delfino Lago podría explotarse más y ser una forma de generar trabajo en los núcleos rurales. "Tenemos que recuperar los pueblos y para ello hay que dejar que venga gente para trabajar las tierras gratis, que les saquen un rendimiento, porque los pueblos cada vez vamos a menos", apunta.

Lago recuerda que en Moal llegó a haber 300 habitantes, mientras que ahora no llegan al centenar. "Tenemos que plantearnos qué será de Asturias sin pueblos y buscar una solución".

En este sentido, se alegra de que el galardón de la Fundación Princesa de Asturias haya llegado hasta un pequeño pueblo del suroccidente de Asturias. Este vecino de Moal hace hincapié en que todos los núcleos rurales son merecedores de la distinción. "Todos los pueblos merecen un premio como este porque vivir en ellos, sobre todo en invierno, es muy duro", subraya.

Con el galardón "Pueblo ejemplar de Asturias" los vecinos esperan atraer a más visitantes y que ello conlleve a inversiones en el pueblo, como la reapertura de algún bar, algo que Alicia Rodríguez echa en falta en su localidad.