Si hay una ronda de exámenes estilísticos para los Reyes en el año, ésa es la semana de los premios "Princesa de Asturias". Y tras el notable alto de las primeras citas del jueves, ayer, en la maratoniana jornada de audiencias en el hotel de la Reconquista y la esperada ceremonia en el teatro Campoamor, llegaron al sobresaliente. No era tarea fácil, pero parece que tanto los Reyes como doña Sofía tienen cada vez más claro cuál es su papel y qué mensaje quieren lanzar con su vestimenta. Y con sus gestos. Y si todo es un conjunto coherente, mejor que mejor.

Pocos pueden negar ya que Letizia se ha convertido en un auténtico referente de la moda en España y en el mundo. Y cada vez está más cómoda con ello. Se nota. Por la mañana desfiló por los pasillos y los salones del Reconquista con un vestido de encaje rojo de Carolina Herrera sin mangas, con falda de vuelo y largo hasta la rodilla; un diseño que ya lució en 2017 en el Congreso de los Diputados con motivo del 40.º aniversario de las primeras elecciones generales de la democracia española. La Reina completó el estilismo con unos zapatos de salón de Prada en color nude -que se ha convertido en una de sus firmas favoritas-, con unos discretos pendientes de oro blanco y rubíes, y la melena suelta con ondas abiertas. Las críticas positivas estaban garantizadas, pero la prueba definitiva era el look para la ceremonia de entrega de los Premios en el Campoamor. Y, segura de sí misma y mucho más sonriente que en ocasiones anteriores, Letizia caminó por la alfombra azul derrochando estilo y elegancia. Acallando los rumores de una posible crisis con su diseñador de cabecera, Felipe Varela, la Reina volvió a confiar en él para su vestimenta. Un vestido en tonos grises a media pierna, de falda ligeramente evasé desde la cintura y escote a la caja, realizado en "patchwork brocado y bordado a mano en hilo, cristal y metal azul noche, cerúleo, pizarra y nude", tal y como confirmaron fuentes de la propia marca. Completó el look con unos "peep toes" y una cartera negra, los imponentes rosetones de las "joyas de pasar", que pertenecieron a la reina Victoria Eugenia y que ya lució en el concierto del jueves en el Auditorio de Oviedo, y un peinado de melena lisa efecto "wet" de lo más actual. Era la más esperada y, sin duda, volvió a conquistar los corazones de todos los que aguardaban su llegada.

Por su parte, durante todo el día el Rey lució el traje que mejor le sienta: la sonrisa de corazón. Por la mañana optó por un traje azul marino que combinó con una camisa blanca y una corbata de estampado Liberty en tonos rosas y azules. Y con miles de gestos de complicidad con la Reina, con los premiados y con todo el que se acercaba a darle la mano. Por la tarde optó por un traje oscuro y completó el look con una camisa blanca y una corbata magenta con minilunares en blanco. Y esta vez su mejor complemento fue la emoción. En el discurso manifestó continuas muestras de afecto al Principado y a su gente, miradas de cariño a Letizia y unos ojos casi llorosos al escuchar el himno de Asturias al ritmo de las gaitas en el interior del Campoamor.

No se quedó atrás la Reina emérita. Desde su llegada al Reconquista por la mañana, vestida con un traje de dos piezas azul klein; en su paseo por la alfombra azul hasta la entrada del teatro, con un conjunto de chaqueta y falda color blanco perla, y durante toda la ceremonia, no dejó de sonreír, de saludar al público y a los invitados que se cruzaban en su camino. Sabe que tiene el corazón de muchos españoles tocado, y la proximidad es el mejor vestido para mantener la cercanía. Por eso, ayer la Casa del Rey se ganó un sobresaliente en estilismo, con muchas papeletas a la matrícula de honor.