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Carmine Zoccali | Miembro de la Sociedad Americana de Nefrología y doctor honoris causa por la Universidad de Oviedo

"En diez o veinte años implantaremos en humanos riñones producidos in vitro"

"El verdadero desafío es que la enfermedad renal se reconozca como una prioridad: hay tres millones de pacientes en diálisis en el mundo"

Jorge Cannata, a la izquierda, con el doctor Carmine Zoccali.

Carmine Zoccali (Calabria, 1947) será nombrado mañana doctor honoris causa por la Universidad de Oviedo. Miembro de la Sociedad Americana de Nefrología, ha llevado a cabo una intensa labor investigadora como miembro del Instituto de Fisiología Clínica de Pisa, del Centro Nacional de Investigaciones, destacando sus aportaciones a estudios sobre la hipertensión y las complicaciones cardiovasculares en la enfermedad crónica del riñón. El suyo será el quinto honoris causa con Santiago García Granda en el Rectorado, tras los de Francesco Tonucci, Enrico Clementi y Alessandro Pace y el también nefrólogo norteamericano, James Chan.

-¿Qué supone para usted este reconocimiento?

-Es uno de los premios más importantes que he recibido en mi larga carrera junto con el de la American Kidney Foundation en 2003. Este premio es un período especialmente afortunado para mí porque es casi contemporáneo al "Richard-Yu-award" que recibí en Hong Kong el 26 de septiembre (el premio más prestigioso otorgado a la nefrología en el área asiática). La Universidad de Oviedo es una de las instituciones académicas más antiguas y prestigiosas de España y el honor de este doctorado se encuentra entre los más altos de mi carrera profesional.

-¿Qué colaboraciones mantiene con la Universidad de Oviedo?

-Mi relación con Oviedo proviene del profesor Jorge Cannata, amigo fraternal durante más de 30 años. Desde un punto de vista científico, la colaboración está relacionada con el estudio "Cosmos", un estudio paneuropeo diseñado por el profesor Cannata durante su presidencia de ERA EDTA en 2005-2007. Este estudio de cohorte produjo resultados de valor absoluto que contribuyeron al progreso de nuestro conocimiento sobre la enfermedad ósea y las complicaciones relacionadas en pacientes con diálisis.

-¿Cuáles son sus recomendaciones básicas para un buen funcionamiento de los riñones?

-Tengo una visión sistémica de las enfermedades renales. En una escala epidemiológica, los principales factores que desencadenan la enfermedad renal crónica coinciden con los que causan enfermedades cardiovasculares: hipertensión, obesidad, diabetes, aterosclerosis. Por lo tanto, la salud del riñón depende principalmente de un estilo de vida saludable: evitar el consumo excesivo de alimentos grasos y salados y limitar la ingesta de calorías. Hacer ejercicio y prevenir el sobrepeso y la obesidad. Evitar fumar y el alcohol. Algunas enfermedades renales son de naturaleza genética o dependen de causas inmunológicas. Sin embargo, la gran mayoría de los pacientes que sufren insuficiencia renal tienen hipertensión, diabetes u obesidad como su causa principal.

-¿Qué retos se plantean en la enfermedad renal crónica?

-El verdadero desafío es que la enfermedad renal crónica se reconozca como una prioridad de salud pública. Hay tres millones de pacientes en diálisis en el mundo y un millón con trasplantes de riñón. Además, un grado moderado o más grave de insuficiencia renal causa más de un millón de muertes cardiovasculares en todo el mundo. Estos números son bien conocidos por la comunidad científica y los gobiernos de muchos países, pero el problema sigue siendo subestimado. Es un deber científico y moral de los nefrólogos insistir en que el problema de la insuficiencia renal se reconoce y aborda a sí mismo en gran escala.

-¿Existe suficiente investigación en el campo de la nefrología?

-La nefrología es una de las especialidades médicas que ha alcanzado los niveles más altos. A una escala modesta, al menos tres millones de pacientes se mantienen con vida a través de un tratamiento periódico con riñón artificial, diálisis y aproximadamente un millón viven gracias a un riñón trasplantado. El desafío actual de la nefrología es prevenir la enfermedad renal tratando de minimizar los factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares y renales. La prevención para ser efectiva requiere una alianza amplia con la medicina general en primer lugar y luego con otros especialistas, desde cardiólogos hasta diabetólogos y endocrinólogos y nutricionistas. El otro desafío de la nefrología es identificar temprano a las personas con daño renal y tratarlas con prontitud y eficacia. Ya hay medicamentos para tratar la enfermedad renal, pero en algunos casos, a pesar del tratamiento, progresa a grados más avanzados de insuficiencia renal. La investigación sobre los mecanismos de progresión de la enfermedad renal y los nuevos tratamientos está avanzando de manera importante y hoy en día no es peligroso decir que detener la progresión de la enfermedad renal está en el horizonte de posibilidades.

-¿Es posible mejorar la vida del paciente renal?

-En general, la calidad de vida de los pacientes renales permanece normal o casi normal hasta que la insuficiencia renal alcanza un grado grave, es decir, cuando la filtración glomerular es inferior a 30 milímetros/minuto. Un problema a menudo oculto que empeora la calidad de vida de las nefropatías con insuficiencia renal leve o moderada es la depresión reactiva en el estado de la enfermedad. Los nefrólogos prestan cada vez más atención al problema y, cuando es necesario, remiten a los pacientes a psicólogos y/ o neurólogos para que inicien el tratamiento adecuado de la depresión. A menudo, el problema se resuelve informando en detalle a los pacientes y tranquilizándoles sobre la evolución de su enfermedad, cuando sea posible. La calidad de vida es, en cambio, un problema persistente en los pacientes en diálisis. La diálisis altera los ritmos existenciales y genera una condición en la cual el paciente sufre porque se siente dependiente de una máquina.

-¿El deterioro renal es irreversible?

-Todas las enfermedades renales tienen una vía común que conduce a la insuficiencia renal: la transformación fibrótica del tejido renal, un fenómeno que reemplaza las unidades funcionales delicadas del riñón -nefrona- con tejido fibrótico, es decir, con un tejido de reparación que falla al filtrar y purificar la sangre. Para las nefropatías que se descubren en una etapa avanzada, cuando el riñón es fibrótico, el daño es irreversible. Las nefropatías que se descubren temprano tienen una mayor probabilidad de ser tratadas. Por ejemplo, si pensamos en las causas más comunes de la enfermedad renal crónica, la obesidad o la diabetes mellitus tipo 2 (en la mayoría de los casos asociada con la obesidad y / o el sobrepeso), producimos insuficiencia renal que es reversible si la obesidad y la diabetes secundaria se cura. Para otras nefropatías inflamatorias más raras, como algunas enfermedades glomerulares, las intervenciones tempranas tienen efectos beneficiosos sobre el daño, incluso si estos efectos no resultan en una regresión completa.

-¿Hacia dónde avanzan los tratamientos en la actualidad en enfermedad renal crónica?

-La más reciente es la posibilidad de ralentizar significativamente (alrededor del 30%) la progresión de la enfermedad renal crónica en diabéticos con insuficiencia renal con una nueva clase de fármacos hipoglucemiantes, inhibidores del transportador de glucosa tubular SLGT2. Este beneficio es adicional a lo que comúnmente se logra con medicamentos que interfieren con el sistema renina angiotensina. La combinación de inhibidores de SLGT2 y antagonistas de renina angiotensina en la mitad reduce la tasa de progresión de la nefropatía diabética. Este es un resultado espectacular que evita la diálisis en una gran proporción de pacientes nefropáticos diabéticos. También para otras nefropatías hay nuevos tratamientos que ahora están en la fase experimental. Además, la bioingeniería ya ha logrado producir in vitro las unidades funcionales del riñón, las nefronas. No es peligroso pensar que en un período de 10 a 20 años, los riñones producidos in vitro se pueden analizar en humanos.

-¿Por qué se especializó en epidemiología?

-He tenido diversos intereses en mi carrera científica. En primer lugar, la fisiopatología y los estudios clínicos. Mis principales aportaciones científicas se centran en los factores de riesgo. Mi interés en la epidemiología clínica nació hace unos 30 años cuando me di cuenta de que los nefrólogos subestimaban la importancia de la epidemiología clínica, una disciplina que ya estaba consolidada en otras especialidades. Por este motivo, especialmente con los epidemiólogos del Registro ERA EDTA que llevo desde 2003-2009, se han emprendido iniciativas para facilitar el desarrollo de la epidemiología clínica en nefrología.

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