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El fin de los hombres que no quieren ir al médico

La Fundación Movember se alía con el HUCA para estudiar los casos de cáncer de próstata y terminar con los tabúes sobre la enfermedad

Gerardo Albornoz. LUISMA MURIAS

No más "superhombres" que no hablan de sus problemas y evitan ir al médico, sobre todo si se trata de revisar sus partes íntimas. "Queremos terminar con la etiqueta del 'Macho man'", dice Gerardo Albornoz, capitán de Movember Asturias, la pata regional de una fundación internacional que trabaja en la salud masculina. En noviembre esta organización saca sus emblemáticos bigotes a la calle y pone en marcha actividades con un mensaje claro: los hombres deben revisar sus testículos y la próstata para prevenir el cáncer, al igual que las mujeres exploran las mamas y van al ginecólogo regularmente. Este año, además, cuentan con un proyecto pionero en Asturias.

Cincuenta asturianos diagnosticados de cáncer de próstata avanzado, pacientes del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), entrarán a formar parte de un registro mundial que analiza los tipos de cáncer, tratamientos y efectos secundarios para mejorar los resultados clínicos. El seguimiento se hará durante dos años y se espera captar a 5.000 pacientes de todo el mundo con el fin de analizar los entresijos de este tipo de cáncer, el más común entre los hombres, para aumentar el índice de curación.

El proyecto, bautizado como "Ironman", está financiado con 300.000 euros de la Fundación Movember y la Fundación Fero, de ayuda a la investigación oncológica,

"El estado actual de la salud masculina es de crisis. En todo el mundo, los hombres mueren seis años más jóvenes que las mujeres y hemos de tomar medidas para afrontar los aspectos importantes que contribuyen a esto", dice el director ejecutivo de Movember, Paul Villanti. Los datos que maneja la fundación son preocupantes: el cáncer de próstata es la forma de cáncer diagnosticada con mayor frecuencia entre los hombres españoles. Además, el número de casos de cáncer de testículos se ha duplicado en los últimos cincuenta años y es el más común en varones de entre 15 y 40 años. La prevención es clave.

"Los hombres deben salir de la cueva, dejar de ser cromañones y pasar a crear hábitos saludables como la autoexploración de los testículos y las revisiones de próstata a partir de los 45 años", dice Albornoz. Apunta a la educación "trágica" de los varones. Por un lado, "no suelen contar las cosas cuando algo no va bien" y, por otro, muestran mucho reparo ante la exploración anal para las revisiones de próstata utilizando eso de "a mí nadie me toca ahí".

Romper estos tabúes es fundamental y Albornoz recomienda hablar con la pareja, amigos y familiares sobre los miedos y problemas sexuales para evitar esa "lavadora interna que genera tanto estrés y que tiene consecuencias fatales". Utiliza un ejemplo personal para dejar claro este asunto: "Tengo un hijo de 13 años y quiero que tome el tema con naturalidad para que si se explora los testículos y nota algo raro me lo diga".

El cáncer de próstata o testículos no sólo puede llegar a ser mortal, sino que puede generar importantes secuelas mentales. "A veces el hombre presenta problemas de impotencia e incontinencia urinaria que dan lugar a depresiones", explica el capitán de la fundación en Asturias. De ahí que parte de su programa esté centrado en la salud mental masculina. "A nivel global, tres de cada cuatro suicidios son varones", alerta Albornoz.

Son muchos los retos, pero los pequeños gestos, como dejarse un bigote, cuentan. El bigote que caracteriza este movimiento (del que nació el nombre de Movember al combinar "moustache" -bigote en inglés- y "november" -mes en el que se fundó-) es sólo una "excusa" para que la gente pregunte el porqué y explicar la importancia de revisar los testículos y acudir al urólogo. Tras el bigote se esconde una gran lección.

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