La voz de la Princesa de Asturias, su voz por primera vez en una intervención pública, recitó con aplomo 37 segundos de Constitución leída con el gesto aprendido, la sonrisa medida y la mirada de ida y vuelta del papel al auditorio. Ante la inspección risueña de su padre, detrás de ella en el escenario del salón de actos del Instituto Cervantes, en Madrid, Leonor de Borbón y Ortiz debutó con frase recordando desde un atril situado entre dos banderas nacionales que "España se constituye en un Estado social y democrático de derecho", que "propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político" o que "la soberanía nacional reside en el pueblo español", cuya forma política es la monarquía parlamentaria. La heredera de esa monarquía, trece años cumplidos de ayer, vestido azul y tono de haber estudiado mucho la lección, abrió así una atípica fiesta de cumpleaños, un acto de gestos perfectamente medidos para escenificar el respaldo a la Corona de todos los poderes del Estado, una lectura pública y conjunta de la Constitución que muy significativamente había reservado para ella los tres puntos del artículo 1. Bajó los dos escalones de la peana que le ayudaba a alcanzar el atril y tras besar la mejilla de su padre y después a su madre, visiblemente complacida, respondió muy brevemente a la ovación y al estallido de flashes sin apear una sonrisa tímida.

Después de Covadonga y de sus tres centenarios, la Constitución. Después del guiño a Asturias en su primera presencia pública, el pasado 8 de septiembre, vino ayer en el temario de la Princesa una lección de reafirmación sobre el vínculo entre la Corona, el Estado y la democracia. A nadie se le escapó la carga simbólica de lo que acababa de suceder. Menos que nadie a su padre, el Rey Felipe VI, que precedió a su hija leyendo el preámbulo de la Carta Magna -el que consagra la voluntad colectiva de "garantizar la convivencia democrática o de asegurar "el imperio de la ley"- y venía de remarcar en un breve prólogo el significado del acto organizado por el Gobierno. En tiempos de amenazas y reprobaciones, de riesgo secesionista y amagos de amonestaciones públicas al Rey en Cataluña, la escenografía, el contenido y la concepción del primer acto público con texto de la Princesa quiso ser un cierre de filas. "Pocas maneras hay mejores", proclamó el jefe del Estado, "para reafirmar una vez más la fidelidad y el compromiso de la Corona con la democracia y las libertades". Quiso remarcar la presencia ante sí del Gobierno, de "los poderes del Estado", o el respaldo de las más altas autoridades a la continuidad del modelo democrático español.

El Rey y la Princesa leyendo la Constitución, y después de ella, a artículo por barba, el presidente del Gobierno y sus ministros, los presidentes de las Cortes y entre otros muchos los del Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial componen un gesto fácilmente interpretable a la luz de los últimos giros del desafío secesionista. Por si faltara algo, fue muy significativamente a Pedro Sánchez a quien correspondió leer el artículo dos, allí donde la norma fundamental del Estado dice algo tan puesto en cuestión en estos tiempos como que "la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas".

En el día del cumpleaños de Leonor, y en el año del cuadragésimo aniversario de la Constitución, las más altas autoridades del Estado renovaron así sus compromisos en el estreno de una niña Princesa que ayer debutó en público con voz y recibió de paso un leve adelanto de lo que le espera. Estaban a su alrededor las más altas magistraturas del Estado, sí, y del PP Pablo Casado y de Ciudadanos Albert Rivera, y del PSOE el Gobierno en pleno, aunque más a la izquierda, del entorno de Podemos únicamente intervino la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena.

La Familia Real, acompañados Felipe y Leonor por la reina Letizia y la infanta Sofía, estuvo algo más de media hora en la sala donde, artículo a artículo, se siguió leyendo el texto de la Carta Magna. Asistieron a los turnos de lectura de los presidentes de las Cortes, del presidente y la vicepresidenta del Gobierno, de los representantes del Poder Judicial y de dos de los tres padres vivos de la Constitución -leyeron José Pedro Pérez-Llorca y Miquel Roca, excusó su ausencia Miguel Herrero Rodríguez de Miñón- y todo desembocó en otro simbólico corrillo. Los Reyes, acompañados por la Princesa y la Infanta, departieron un instante con los representantes de los poderes del Estado, sólo ellos, como para que se percibiera la cercanía y la comunión, y se fueron antes de que la lectura pasase a los ministros. El de Exteriores, Josep Borrell, y la de Política Territorial y Función Pública, Meritxell Batet, leyeron su parte en catalán, introduciendo así las lenguas cooficiales en un acto que también escuchó la Constitución en gallego y en euskera después, cuando la lectura se fue cerrando con las intervenciones de distintas personalidades de la cultura y ciudadanos inscritos para participar en el evento.