PACHI SANTIAGO | Artista

"Soy un chico normal con mis peculiaridades y me he acercado a lo femenino desde lo masculino"

"A Claudia Schiffer le gusta mi trabajo y a Jeff Koons también"

Pachi Santiago, en la plaza de Callao en Madrid.

Pachi Santiago, en la plaza de Callao en Madrid. / FERNANDO GORENA

Javier Cuervo

Javier Cuervo

Pachi Santiago (Oviedo, 1980) presentó en la bienal de fotografía Images Vevey su "Copying Claudia", donde juega a ser la modelo Claudia Schiffer con fotos, performance y conferencia.

-Estoy en un momento mágico de resultados muy especiales que compensan mi trabajo y lo enriquecen con experiencia vital.

Un verano en Lles, cerca de Panes, pueblo del abuelo materno, descubrió a la modelo en un anuncio de crema y empezó a seguirla a partir de otro de Fanta en el que bailaba con Mickey Mouse.

-Todo lo que hago está en conexión con la niñez. Dibujaba un gato, copiado del blanco de "Los Aristogatos", que era una mascota, se proyectaba como mi "alter ego" y se convirtió en una mujer con cabeza de gato. Soy intuitivo. Luego, la razón lo ordena.

- ¿Por qué le atrajo Claudia?

-Sus rasgos me recuerdan a mi madre y su aire a Brigitte Bardot.

Es hijo de Virgilio, que trabajó en la Caja de Ahorros, y de Cristina, ama de casa.

-Los dos dibujan bien, aunque no lo desarrollaron. No me parezco a mis hermanos, Cóloma y Virgilio, 9 y 8 años mayores que yo, pero estamos muy conectados. Mis tres sobrinos saben que su tío Pachi está como una cabra.

- Creció en San Lázaro y estudió en los Dominicos. ¿Cuándo empezó a dibujar?

-Cuando pude sostener una tiza en los dedos. Algún profesor habló de que era una faceta para explotar. En casa me apoyaron y me dio clase de dibujo Mauro para la prueba de acceso a la Escuela de Bellas Artes de Salamanca. En la carrera seguí arrastrando ese dibujo de la mujer gato, "Söny, la Musa", pero no lo mostré hasta el final porque me parecía muy personal. Tuve que hacer algo de autor y presenté cien obras de Söny.

- Se le conoce por la fotografía, pero el lienzo es usted.

-Una musa es una fuente de inspiración, un lienzo en blanco. Hace nueve años hice un curso en el Centro Internacional de Fotografía y Cine porque mientras estudiaba nunca pude llegar a clase de fotografía. Gané un premio para realizar un máster y empecé "Copying Claudia". Era mi catarsis. Cuando mostré mis tres fotos como Claudia Schiffer la conmoción me animó a desarrollarlo.

- ¿Y luego?

-Dediqué dos años a racionalizar mi atracción por lo femenino.

- ¿Por qué?

-Latía en mí. Fui un niño vestido de niño, con pelo corto y cara de niña. Con el tiempo llegó el momento de hacerse un tío y la confusión seguía en los demás, yo siempre he sabido qué era.

- ¿Se lo hizo pasar mal?

-Fui diferente, pero más por la imaginación, y a veces no encajas. En la adolescencia, siempre complicada, intenté parecer normal, pero -sin afeminamiento- seguía pareciendo una chica y eso había quien lo apreciaba y quien no. Hasta que lo orienté de forma positiva y pensé que lo que te hace diferente te hace único y que puedes soñar ser quien quieras ser y que eres más alma que género.

- Y explotó esa ambigüedad.

-Para un acercamiento a lo femenino desde lo masculino. Copio a Claudia, pero hago autorretratos. La luz es la magia para generar el parecido. "Yo, Claudio" es mi "alter ego" y cuando soy él soy muy libre. El disfraz te da el poder de ser quien quieres ser. El proyecto me hizo más sociable.

- ¿Es masculino o femenino?

-Soy un chico normal, con mis peculiaridades, pero tengo clara mi condición y he jugado con lo femenino sin cambio de sexo. La ambigüedad me gusta en mi trabajo y menos en mi vida.

- ¿Habría hecho su viaje en Asturias?

-Recorro un mundo interior, pero salir es necesario para enriquecerte. Fui a Salamanca para estudiar y a Madrid para trabajar en el arte. Cuanto más internacional es tu trabajo tienes más experiencias vitales.

- Usted expone y se expone.

-El mayor halago que recibí fue "eres valiente porque te expones". Mi primer día de "Copying Claudia" me di cuenta de que estaba expuesto, que veían la foto y me veían a mí en la sala y había un brillo de "te reconozco".

- ¿Facebook o Instagram devalúan la exposición?

-No expongo mi rostro sino mis debilidades, lo que quiero ser y no soy.

- En las redes sociales se exponen las fortalezas.

-Y en ellas se ven las debilidades. Las redes me interesan mucho y servirán para llegar a otro punto. La exposición se ha devaluado desde el punto de vista estético, pero no emocional. Ahora trabajo en desarrollar la honestidad desde la estética de la moda.

- La verdad desde la mentira.

-Así es. Otra contradicción.

- ¿Conoce a la Schiffer?

-Hace 9 años, en el hotel Palace de Madrid, pasé un día camuflado con un equipo periodístico. Es una mujer de dos metros, y un periodista creyó que éramos familia. Le entregué un dibujo de cinco años antes e iba peinada igual.

- ¿Qué le pareció?

-En seguida notamos que hablábamos el mismo idioma. Miró la obra, dijo que le parecía "mágico, como un poema", y le dije que ella era un lienzo en blanco sobre el que dibujar. Puso su mano sobre la mía, me dio muchas gracias y me deseó mucha suerte. Ahora, metes en Google su nombre y aparecen algunas fotos mías.

- ¿Conoce ella su "Copying"?

-Hace dos años le envié el proyecto y su oficina de representación dijo que le iba a encantar. Al mes recibí un aviso de Instagram de que me seguía y ha puesto varios "me gusta". Jeff Koons conoció mi trabajo por las redes, me dijo que le gustaba y me deseó suerte por los problemas que puede traer el apropiacionismo.

- ¿El círculo se cerrará cuando ella haga un "Yo, Pachi"?

-Sería genial. El círculo se cerrará cuando no estemos en este mundo y permanezcamos juntos.

- "Musa" es palabra devaluada por la cultura de género.

-La musa es una cosificación positiva, no se cosifica como objeto sino como ídolos que nos representan. La musa ha sido mujer, pero ¿y si hubiera sido el hombre? Habría sido cosificado de modo positivo. Ahora, los diseñadores tienen más musos que musas. Cuando empecé el proyecto, hace 9 años, el tema empezaba. Desde 2010 la tendencia es descatalogar géneros, autores, estilos. Con el tiempo me apetece más desconocerme a mí mismo y tratar de no catalogarme sino aprender de la vida, decidir qué me gusta con una mente abierta y empatía.

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