Era la primera vez que actuaban juntos y no pudo salir mejor. El concierto de la pianista Judith Jáuregui y el "Cuarteto Signum" llevó ayer al público que acudió al Auditorio Príncipe Felipe a un sueño romántico, el de Dvorak y Schumann. La primera sorprendida fue la propia pianista, que antes del concierto comentó que la sala era muy grande para la música de cámara. La sala era la principal del Auditorio, pero es que la sala de cámara del coliseo ovetense tiene un aforo de 400 butacas y al concierto de ayer, enmarcado en las Jornadas de Piano, que cuentan con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA, acudieron 900 personas.

Fue un regalo para los sentidos. La brillante interpretación al piano encajó a la perfección con la magia del cuarteto de cuerda hasta convertir el quinteto en una perfecta armonía. Nunca antes habían estado juntos en un escenario, pero la conexión y la compenetración fue perfecta. Ellos lo notaron y lo trasmitieron y el público lo disfrutó y lo agradeció.

Jáuregui es ahora mismo "la pianista", la mujer más destacada de su generación, y el cuarteto alemán está entre las más importantes formaciones jóvenes del circuito europeo. Juntos presentaron un proyecto con el que pretenden actuar en distintos teatros nacionales e internacionales. Ella era la segunda vez que estaba en Oviedo y los alemanes debutaban en la ciudad. Lo hicieron con una altísima calidad.

El romanticismo tiene a la música de cámara como su más destacada forma de expresión y al piano como su instrumento totémico. Ayer se unieron para interpretar dos obras cumbres del repertorio romántico para piano, el "Quinteto para piano y cuerda nº2 en la mayor, op.81" de A. Devorak y el "Quinteto para piano y cuerda en mi bemol, op.44" de R. Schumann. En las dos obras dejaron patente no solo la calidad técnica sino la estilística y la capacidad para generar sentimientos que viajaban de la melancolía al divertimento, siguiendo las notas y su ejecución. La expresividad de los músicos ayudó mucho a que el público entrase en ese ambiente tan especial.

Judith Jáuregui y el "Cuarteto Signum" dejaron en el público que acudió al Auditorio la sensación de haber asistido a algo realmente bello, de haber recibido "un regalo", como definió una espectadora el concierto.

El público agradeció esa magia con largos minutos de aplausos que obligaron a los músicos a salir dos veces a saludar cuando ya se habían retirado a los camerinos.

Un concierto de música de cámara en una sala que no es la de cámara. Oviedo respondió a una propuesta que pocas veces se puede ver en la ciudad. Los ciclos del Auditorio se centran en pianistas y orquestas, pero ayer hubo una excepción que el público agradeció como eso, como si les hubiese llegado un regalo inesperado.