El cineasta Javier Rebollo protagonizó ayer en Oviedo la primera jornada del ciclo de conferencias "FICX Extensión Universitaria", una colaboración entre el festival de cine y la institución académica. Lo hizo con una sugerente conferencia en la que analizó, con abundantes anécdotas, algunas actitudes y soluciones del arte contemporáneo que deberían trasplantarse al cine.
"La incomodidad es muy importante en el arte, también la herida. Ahora todo tiene que ser terso y pulido, desde tu iPhone hasta el torso de Cristiano Ronaldo", comenzó Rebollo, autor de películas como "Lo que sé de Lola" o "El muerto y ser feliz".
De una forma amena y ágil, el cineasta repasó diversos momentos de su vida, quizás alguno apócrifo, para transmitir a los presentes la importancia de, según sus palabras, "quemar las escuelas". "Cuando estuve en Uruguay", relató Rebollo, "hice un experimento con niños de tres años. Les pregunté cuál era la casa de sus sueños y dibujaron unas maravillosas casas antropomorfizadas, o con formas de animal. Lo repetí con alumnos de siete años, y todos dibujaron una casa con tejado adosado y cochera. ¿Qué había pasado ahí? Pues que habían ido a la escuela". "Tenemos que profanar lo sagrado", insistió el cineasta, que defendió, como Joseph Beuys, que "todo hombre es un artista".
