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Marta Hernaiz: "Mi película puede ayudar a concienciar de la existencia de personas con autismo"

"En esta obra resulta muy difícil diferenciar qué es documental y qué es ficción; hay una puesta en escena, pero la niña actúa como ella quiere"

Marta Hernaiz Pidal, ayer, en Gijón. JUAN PLAZA

Su primer largometraje, "La caótica vida de Nada Kadic", no pasó desapercibida en la Berlinale. La directora Marta Hernaiz Pidal (Ciudad de México, 1988) compite en la sección "Rellumes" del FICX con un filme que rodó en Bosnia y Herzegovina, tras acabar sus estudios en Sarajevo. De raíces familiares asturianas y autora de varios cortos, forma parte de la última generación del brillante cine mexicano.

-El apellido Pidal parece apuntar a un origen familiar asturiano...

-Exacto. Mi mamá creció en Llanes y mi abuela vive ahora allí. Suelo venir a Asturias en veranos alternos, así que me considero también casi llanisca.

-¿Y le hace especial ilusión mostrar su obra en Asturias?

-Por supuesto. Cuando vi que la película entraba en la selección me dio mucha alegría. Lo comenté a toda la familia: aquí tengo muchos tíos y primos, y amigos míos y de mi mamá, así que es casi un tercer estreno de la película. Primero en Bosnia, otro en Berlín, y este de ahora.

-¿Por qué acaba una mexicana, o una astur-mexicana, en Bosnia?

-Me fui allá a estudiar la maestría (en cine) en la escuela de Béla Tarr. Viví allí tres años. Al terminar los estudios, hablé con mi productor, Jorge Bolado, y decidimos que lo mejor para cerrar ese ciclo era hacer una película. Fue así como se tomó la decisión.

-A usted se la encuadra dentro de la primera generación de discípulos de Béla Tarr. ¿Qué tiene esa escuela de singular para que usted decidiera vivir tres años en Sarajevo?

-Béla ya no está ahí, así que la escuela ha cambiado mucho. Sí pertenezco a esa primera generación que hizo con él la maestría. Lo más especial es que Béla trabajaba muy estrechamente con nosotros, con mucho asesoramiento; nos enseñó todo lo que sabía. Y por allí pasaron muchos directores reconocidos: Pedro Costa, Carlos Reygadas, Apichatpong, Víctor Erice... La verdad es que fue una experiencia increíble, con veinticinco alumnos de todo el mundo. Fue un gran intercambio de ideas. También fue muy importante vivir en Sarajevo, que tiene tanta historia reciente, fuerte: cada vez que caminabas te llegaba la inspiración de algo. Todo eso fue lo que me sedujo. Quería cambiar de ambiente, sin repetirme. Y por eso tomé la decisión de estudiar con Béla, que nos trataba como colegas y jamás adoctrinaba. Eso me gustó mucho.

-Usted ha dicho que "por alguna razón del destino" se topó con el autismo. Puede explicar esas palabras.

-Cuando me encontré con Aida (Had?ibegovic), que trabajaba en la escuela donde yo estudiaba, en Sarajevo, me pareció un gran personaje, pues me enteré de que tenía una hija. De ahí surgió una idea sobre una madre y una hija, pero nada que ver con el autismo. Nos hicimos amigas. Mientras planeaba estas ideas, Aida me dice que su hija no podría actuar porque tiene autismo. Me plantea que contratemos a una niña actriz. Me quedé fría, pero le dejé claro que la película no podría existir sin ella y su hija. Optamos por incluir ese autismo en la obra.

-¿Por qué decidió incluir el autismo como parte fundamental de su película?

-En primer lugar, porque todas las personas con autismo sufren muchísima exclusión. No entendemos cómo son y casi siempre parece que son niños caprichosos; son muy difíciles. Por eso pensé que era muy importante incluir ese aspecto en la película. Hay que tomar conciencia de que existen personas así; esta historia puede ayudar. Hay que ser tolerantes. La niña es un personaje en sí: muy dinámica, se mueve por todos lados. Siempre digo que se convirtió en mi mejor compañera porque hizo que todos actuaran mejor. Fue un gran acierto y sin ella no podría existir esta película.

-¿Ha tenido algún tipo de reserva ética a la hora de filmar a alguien que podría, tal vez, no querer salir en una película?

-Claro. En el momento en que supe que la niña tenía autismo, pude haber olvidado todo lo que yo tenía en mente y hacer un documental sobre la madre y la enfermedad de su hija. Pero a mí no me interesaba hacer eso. Mi película no es sobre el autismo, es sobre una madre y su hija. La hija es como es, pero hay que incluirla. No quise hacer subrayados sobre el drama que puede vivir esa madre, aunque los elementos cotidianos van revelando poco a poco cómo es la vida. No se puede esconder. Mi actriz estaba pasando un momento duro.

-¿Es una actriz profesional?

-No. Estudió Literatura, pero nunca había actuado.

-Pero ¿la película cuánto tiene de documental y cuánto de ficción?

-Es muy difícil decirlo. Me han preguntado otras veces y, al principio, iba analizando las escenas. En la película, además de recrear situaciones que le habían pasado a la niña, hay cosas que me fui encontrando en el camino. Y, a la vez, hay detrás un guión. Si uno lo lee, se da cuenta de que la película responde a ese texto. Así que resulta muy difícil diferenciar que es documental y que es ficción. Hay una puesta en escena, pero la niña actúa como ella quiere y todo se va transformando dentro de la misma escena. Dicho de otra manera: dentro de una misma escena hay cosas documentales y otras de ficción.

-¿Su opinión sobre al autismo fue cambiando conforme se enfrentaba a la película?

-Por alguna extraña razón, quizás una intuición, siempre me había interesado el autismo. Sabía muy poco. Pensaba que eran personas que no hablaban. Y he visto que cada autista es distinto. En el caso de nuestra niña, es un torbellino que anda por todos lados, hiperactiva. Me informé mucho y casi fui descubriendo el autismo como la madre; lo hicimos juntas.

-¿Cómo fue recibida la película en la Berlinale?

-Muy bien. Al público le gustó. Tuve buenas críticas. No podría estar más agradecida a la Berlinale.

-El cine mexicano vive un momento esplendoroso...

-Vengo del Festival de Morelia y todo el mundo decía que ha sido un gran año. Y todas las películas con una mirada nueva, diferente. Hace unos años sólo hablaba de pobres, narcos... Ahora nos estamos reinventando y tenemos todos esos directores superexitosos. Hay una competencia sana: si aquel pudo, también yo podré.

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