El arte asturiano despide a su gran retratista del mundo animal. Alfredo Enguix, que cobró fama internacional por sus cuadros de caballos, murió este viernes, a los 88 años, en Gijón, donde residía desde hace décadas. El funeral por su eterno descanso será mañana, a las cinco de la tarde, en la iglesia de San Antonio de Padua (Padres Capuchinos), en Gijón.

Natural de Madrid, Enguix se trasladó a Oviedo en 1957, para trabajar en una empresa de publicidad. Aunque para esa época ya había presentado algunas obras al Certamen de Otoño de Madrid, es cuando se instala en Asturias que da inicio a su carrera artística. Su primera exposición individual fue en la Caja de Ahorros, en Oviedo, en 1959.

A lo largo de su dilatada trayectoria, Enguix protagonizó más de medio centenar de exposiciones individuales en España y América Latina, y participó en más de un centenar de muestras colectivas. Llegó a pintar al príncipe Abdalá bin Abdulaziz, que fue rey de Arabia Saudita desde 2005 y hasta su muerte en 2015, y también al Rey Juan Carlos I quien, como recordaba el pintor en una entrevista con LA NUEVA ESPAÑA, posó para él en dos ocasiones.

Pero el género que le dio fama a Enguix fue la de retratista del mundo animal, especialmente el de los caballos. Su primer contacto con este animal, recordaba el pintor a este periódico, fue con tres años, y ya entonces comenzó a dibujarlos. Por supuesto, hizo la mili en la caballería, en el regimiento 14 de Villaviciosa de Odón.

Su talento para retratar a los équidos motivó que Enguix fuese admitido como miembro de la American Academy of Equine Art, donde era el único artista español. En sus últimos años, disfrutaba especialmente del tiempo compartido con su familia y, cuando miraba al pasado, sentía paz, como aseguraba a este periódico: "He viajado, he tenido salud, he hecho una familia, me he podido dar algunos caprichos y he vivido de la pintura".