Víctor Manuel no buscaba una canción, sólo una pausa. Estaba en tierras cordobesas, en Montilla, camino de Aguilar de la Frontera, donde iba a dar un concierto. En el hotel, antes de ponerse en ruta, hojeaba un periódico local, el "Diario de Córdoba", y se detuvo en un reportaje sobre un centro de discapacitados intelectuales. Así nació una de sus canciones más populares, un auténtico himno a la integración, a la empatía, al amor que rompe todas las barreras: "Sólo pienso en ti". Una obra maestra que el cantautor asturiano grabó hace cuarenta años y cuyos protagonistas son, Antonio y Mariluz, una pareja de discapacitados que viven aún en el pueblo cordobés de Cabra, y que llevan ya cuatro décadas de una relación de la que han nacido tres hijos.

"Fue un suelto de periódico, no es algo que yo buscase. La verdad es que me ha pasado varias veces, sacar historias para canciones de sueltos de periódico, o de cosas que veo y que parece que no ve nadie más", relata Víctor Manuel, en conversación con LA NUEVA ESPAÑA. En aquel reportaje, sobre el centro de discapacitados que la asociación Promi regentaba en Cabra, se deslizaba la historia de Mariluz y Antonio, una pareja que se habían enamorado y planeaban casarse. "Lo que me quedó grabado fue eso que cuento en la canción, cómo ellos paseaban por el jardín. Hice la canción a partir de esa imagen", relata Víctor Manuel.

El cantautor asturiano incorporó la canción a su disco "Soy un corazón tendido al sol", grabado en Milán (Italia) en noviembre de 1978, y que vería la luz al año siguiente. Titulada "Sólo pienso en ti", la canción abría un álbum fundamental en la carrera de Víctor Manuel y en la música española de su tiempo. Y el propio tema se convirtió en un himno, en cuyo estribillo el asturiano recreaba ese instante que tanto le impactó cuando lo leyó en el periódico: "Hey, sólo pienso en ti. / Juntos de la mano se les ve por el jardín. / No puede haber nadie en este mundo tan feliz. / Hey, sólo pienso en ti".

Pero la historia no termina aquí. La España de la transición no era un lugar propicio para los discapacitados intelectuales, que ni siquiera tenían el derecho a tal denominación. Mariluz y Antonio, cuyo amor había inspirado una de las canciones más populares de su tiempo, tenían que luchar por cada centímetro de intimidad. Y por supuesto, cualquier pretensión de contacto físico, de sexualidad, les estaba vetado.

El periodista asturiano Rafael J. Álvarez, de "El Mundo", ha traído de vuelta a la actualidad la historia de la pareja. "Soy fanático de Víctor Manuel: lo escucho todo y lo leo todo", señala. Conocía la historia detrás de la canción, y ansiaba profundizar más. El amor entre Mariluz y Antonio, el mismo que inspiró a Víctor Manuel, ya había sido revelado en una película. En 2010 se organizó en Huesca un acto homenaje por las tres décadas de la canción. Allí actuó Víctor Manuel ante esa pareja que había inmortalizado en su canción. Y allí estaba también la cineasta Judith Colell, que realizó un documental sobre el encuentro. El título no podía ser otro: "Sólo pienso en ti".

En aquel homenaje, en esa película, salió a la luz buena parte de la historia de Mariluz y Antonio, y el resto lo ha rescatado Rafael J. Álvarez. Ella, tal y como canta Víctor Manuel, sufre una discapacidad intelectual a raíz de un golpe el día de su nacimiento, cuando "su frente se quebró como el cristal / porque entre los dedos de su padre / como un pez se le escurrió". A él, su familia lo orilló en un centro de discapacitados porque "su madre pensó / que aquello era un castigo del señor. / Le buscó un lugar para olvidarlo / y siendo niño le internó".

Coincidieron en Cabra y se enamoraron. Su relación creció a base de miradas furtivas y paseos en el jardín, hasta que se prometieron, uno al otro, que se casarían. Y encontraron resistencia. "Lo que no se ha contado es que había mucha resistencia a casarlos por parte de la iglesia, del Arzobispo. Pero el cura de Cabra se empeñó y los casó", revela Víctor Manuel. Eso fue en enero del 82, cuando ya todo el mundo se sabía de memoria el estribillo escrito por el cantautor asturiano.

Mariluz y Antonio se fueron a vivir a un piso tutelado. Llegó la intimidad, y con ella el sexo y los hijos, hasta un total de tres, todos varones. Francisco J. Álvarez rescata sus nombres: Juan Manuel y los gemelos Francisco y Antonio. Los pequeños vivieron con ellos varios años, hasta que la familia de Antonio padre, en concreto una hermana, se hizo cargo de su cuidado.

Los últimos años no han sido fáciles para la pareja. Cuando Rafael J. Álvarez los visitó, este mes de noviembre, los encontró de nuevo en ese mismo jardín que retrató algún anónimo periodista del "Diario de Córdoba" cuarenta años atrás. La misma imagen que conmovió a Víctor Manuel.

Antonio tiene 66 años, Mariluz 63. Precisan de muchos cuidados, sobre todo él, con un importante deterioro cognitivo. Siguen en Cabra pero tienen que vivir separados, en dos residenciales en puntos distintos del pueblo, pero siguen encontrándose cada tarde en el jardín del centro para discapacitados que regenta Promi, ahora una fundación. Un amor tutelado, "tasado" dice el periodista, pero amor al fin.

Víctor Manuel no ha perdido de vista a la pareja en todos estos años. "Esta es una de las canciones que más alegrías me ha dado, por lo que significa y por todo lo que supuso. Ayudó a hacer visible la discapacidad, la situación de las personas y el esfuerzo de las familias", confiesa el cantautor. "Pero además", añade, "pude conocerlos a ellos, a Mariluz y Antonio, que son una pareja muy especial para mí. Son una pareja muy especial para mi. Son tal cual los ves, los quiero mucho y les tengo muchísimo afecto. Y creo que ellos a mí, también".