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Crítica / Música

Dos décadas de pop con buen gusto

"Pauline en la Playa" pone el broche al aniversario del bar La Plaza

Dos décadas de pop con buen gusto

Como en casa en ningún sitio. Este tópico puede aplicarse a multitud de situaciones, y también en la música tiene su sentido cuando se trata de citas como la que el pasado sábado protagonizó "Pauline en la Playa" en el Albéniz. Mar y Alicia Álvarez han crecido en La Plaza, un bar que ha sido catalizador cultural y punto de encuentro fundamental para varias generaciones de creadores en la ciudad. En definitiva, una segunda casa formada por muchas de las personas que el sábado también participaron como colaboradores en un concierto cargado de emoción.

El dúo gijonés se presentó acompañado de David Casillas al bajo y Eva Díaz Toca a la batería en un concierto en el que sonaron temas de todos sus discos y algunos de los que aparecerán en su nuevo trabajo, una manera inmejorable de celebrar dos décadas de trayectoria, mirando hacia adelante, sin retrospectivas, sino ofreciendo nuevas canciones que van en la línea de ese pop aparentemente sencillo pero elaborado al detalle que caracteriza el sonido "Pauline".

Hacía tiempo que no veíamos al dúo con banda, y queda claro que la contribución del sustento rítmico y armónico va más allá de ofrecer estabilidad a los temas; la paleta tímbrica se enriquece, las dinámicas se resaltan y los recursos se multiplican para engrandecer las canciones, vistiéndolas hasta la plenitud sonora en algunas ocasiones y desnudándolas hasta la mínima expresión en otras, como en el patrón de batería con el que se apaga "Elástica". Todos los instrumentos se integran y dialogan aportando al conjunto sonoro; especial mención merece la constante combinación de guitarra, teclado y melódica de Mar, cuidando de que todo suene como y cuando es debido, aunque eso implique un continuo cambio de instrumentos. Acordes, arpegios, ostinatos, fraseos todo rezumando buen gusto y dando realce a las melodías vocales de Alicia, porque esto es pop, y si encima cuentas con letras inteligentes, como es el caso, conviene que se entiendan y se oigan bien alto.

La banda también da más juego para crear atmósferas y jugar con la expectativa, como en "Aishiteru", o para marcar de forma más efectiva el cambio de tempos en "Quién lo iba a decir". Otras cosas no cambian con respecto al formato dúo, sólo suenan diferentes, como los acordes disminuidos de "Mi bañera" o el fluir de los arpegios de "El mundo se va a acabar", como siempre espectacular.

La noche tuvo su momento de reencuentro en el escenario, con componentes de Nosoträsh, Undershakers y Elle Belga participando en varios temas. Especialmente emotiva fue la versión de "Lloran mis muñecas", si alguien tenía dudas sobre lo que supuso esta generación para que las mujeres tomaran los escenarios en nuestro país, quizás el pasado sábado se cayó del guindo. Por cierto, en primera fila no les quitaban ojo las componentes de "Las eléctricas", hay futuro. También hubo un recuerdo emotivo para Carmen del Guetu, y la recta final del concierto estuvo cargada de emoción.

Antes, había abierto la jornada David Rodríguez (La estrella de David), con una propuesta irreverente y poco convencional, desde sus letras a la puesta en escena con todos los instrumentos grabados. Y después, la fiesta siguió en La Plaza, como no podía ser de otro modo.

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