“Das asco”, “desde aquí se huele tu fracaso”, “que bajo has caído”. Todas estas lindezas, y otras muchas que no se reproducen en este reportaje, se las dedicaron hace días en Instagram a un joven que durante semanas estuvo participando en el conocido programa de televisión Mujeres y Hombres y Viceversa. ¿Su delito? Que a los espectadores no les acabó gustando la chica que el “tronista” (un joven modelo llamado Álex Bueno), escogió para ser su novia. El chico estalló y acabó contestando a sus detractores, a los que llamó “payasos”. Pero su ejemplo es sólo uno más de la repercusión que puede tener ser famoso y estar en redes sociales. La presión puede llegar a agobiar tanto que hay quién ya está huyendo de los perfiles de Instagram y Facebook.

Dani Mateo, el cómico de El Intermedio duramente criticado por sonarse los mocos con la bandera de España durante una de sus participaciones en el programa humorístico de La Sexta, llegó a abandonar Twitter hace años. Pero acabó volviendo. No fue el único. Los Javis también dejaron un tiempo la red del pajarito azul. No son los únicos. Muchos famosos han sucumbido y han acabado cerrando la red del pajarito azul. ¿La razón? Estar demasiado expuestos a una red en la que todo se critica y en la que insultar sale gratis. El anonimato que supone un mundo digital en el que se ataca sin piedad hace que muchos prefieran salirse. Emprender acciones legales con cada uno que dice una mala palabra o que acosa es casi imposible y por eso lo más fácil es cerrar la cuenta. Una idea que ha sobrevolado también a muchos de los que utilizan Instragram. Y es que en la “hermana pequeña” de Facebook los famosos también son asaltados por cientos de miles de personas bajo el argumento de que “para eso cobran”.

Una de las que más sufre esos ataques es Paula Echevarría. La actriz candasina que estos días ha vuelto a ser noticia por su supuesta ruptura con el futbolista del Málaga Miguel Torres ha metido la pata varias veces en Instagram. Y alguna de esas veces ha ofendido a colectivos como el LGTBI aunque luego pidiera disculpas. Y es que a la hora de escribir en redes sociales hay que tener mucho cuidado: no se da espacio a segundas interpretaciones y la ironía no se capta del todo.

Pero entonces ¿por qué algunos siguen a pesar de los ataques? La respuesta es sencilla: por el dinero. Aunque empezaron como un medio de estar en contacto con los seguidores (quizá Twitter sigue conservando ese espíritu y por eso algunos famosos huyen de ella), las redes sociales ahora son un escaparate. En el caso de Echevarría, por ejemplo, hay muchos que dicen que cobra ya más como imagen de las marcas que promociona ante sus millones de seguidores que como actriz. Esos números a veces compensan aunque haya que hacer un ejercicio de contención.

Otras veces lo que compensan son los ideales políticos o sociales. Es el caso por ejemplo de la actriz Anabel Alonso. A pesar de que hace años no se conocía su faceta política ahora mismo utiliza Twitter para reivindicar aquello en lo que cree con unos post que, evidentemente, no están exentos de una polémica de la que no rehúye. Es más, contesta.