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LXXI Temporada de ópera

Oviedo da al César lo que es del César

"La clemencia de Tito" deslumbra en el Campoamor, que aplaude la ingeniosa puesta en escena y a la orquesta, y despide con una cerrada ovación a todo el elenco

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Estreno de la Ópera La Clemencia de Tito en el Campoamor

Al César lo que es del César, y a la Ópera de Oviedo lo que es de la Ópera de Oviedo. El teatro Campoamor disfrutó ayer de un brillante estreno de "La clemencia de Tito", cuyos responsables, a todos los niveles, fueron despedidos con una cerrada ovación por parte del respetable.

Había altas expectativas puestas en esta versión de la ópera de Mozart, pero el primer foco de atención, como sucede en cada estreno desde hace ya once meses, fue la alocución en asturiano que, insertada entre la española y la inglesa, da la bienvenida al teatro y advierte a los asistentes de que deben de apagar el móvil y abstenerse de grabar nada. Avisados ya todos los presentes, el pateo de una parte del público fue rápidamente respondido con aplausos por otros sectores del teatro: hasta tal punto llegó anoche el duelo que se comió no sólo la alocución en asturiano, también la traducida a la lengua de Chesterton.

El público aparcó sus diferencias cuando el director musical, Corrado Rovaris, emergió del foso. Todo se tornaron aplausos en ese momento, y ya no volverían los pateos en el resto de la noche.

La escena ideada por Fabio Ceresa, elegante e ingeniosa, convenció al público desde los primeros instantes, desde que se veía a Sesto, encarnado por la emergente Daniela Mack, trabajar en la estatua del emperador, mientras Rovaris y la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) dignificaban a Mozart con la vibrante obertura. El público lo reconocería al final dedicando a Rovaris, en representación de la orquesta, una de las mayores ovaciones de la noche.

El despliegue de la mezzosoprano argentina fue celebrado por el público durante toda la función: no hubo intervención de Daniela Mack que no fuese replicada por aplausos desde el patio de butacas. Rotunda en el aria "Parto, parto, ma tu ben mio", Mack brilló también en sus dúos con Carmela Remigio, que encarnaba a Vitellia, y Anna Alàs i Jové, que interpretó a Annio.

Remigio, por su parte, continuó con su idilio con el Campoamor, que aún recuerda su éxito dos años atrás con "Così fan tutte". La soprano demostró su carisma sobre las tablas y protagonizó uno de los momentos de la noche, con su interpretación del aria "Non piú fiori vi vaghe catene".

El otro protagonista, Alek Shrader, también agradó al Campoamor, que no dejó sin recompensa su dúctil interpretación del abrumado Tito, el emperador justo y recto que es traicionado por su prometida y su mejor amigo. El tenor se benefició además de una puesta en escena que reforzaba la figura simbólica del emperador a través de su estatua, omnipresente durante toda la ópera. El juego con ese elemento, lejos de resultar redundante, ofreció sugestivas lecturas morales y políticas, reforzadas al convertir a Sesto en el autor del monumento. Un acierto escénico que los cantantes no desaprovecharon, y que un público, agradecido no pasó por alto.

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