Uno de los proyectos escénicos más aplaudidos de España se llama "Historias de Usera": una colección de relatos reales en un escenario determinado, uno de los barrios más señeros de Madrid. "Hablar de un barrio, de algo local, no deja de ser hablar de lo universal", señaló ayer Fernando Sánchez Cabezudo, el impulsor de aquel proyecto y también de "Historias de Llaranes", que tomará forma de página web interactiva, el camino para archivar las historias locales.

Sánchez Cabezudo y parte de su equipo lleva toda esta semana aterrizando en el poblado obrero. "Nos estamos entrevistando con vecinos. Queremos que ellos sean los que nos cuenten las historias que, después, tomarán cuerpo de pequeños guiones geolocalizados. Es decir, la historia será la base para que cinco o seis dramaturgos les den forma con actores o con los propios vecinos; desde el nacimiento del barrio hasta esta semana misma", explicó Sánchez Cabezudo, que fue el director de la sala Kubik, que es actor, director de escena y escenógrafo. Suya fue, por ejemplo, la de "La Valentía", de Alfredo Sanzol.

El proyecto que empieza ahora en Llaranes está hermanado con uno semejante en Garbatella, en Roma. "Los dos barrios tienen un origen en común", señaló Yolanda Alonso. "Este proyecto es innovador y sigue las directrices de nuestro mandato en política cultural: descentralizarla. Tenemos dos teatros con programaciones consolidadas -el Palacio Valdés y el Niemeyer-, pero también queremos abrirnos a los barrios. ¿Por qué Llaranes? Es un barrio con un gran movimiento asociativo", destacó Alonso.

Lo que quiere Sánchez Cabezudo es atar todas las historias orales desperdigadas. "En estos pocos días hemos detectado que todos estuvieron alguna vez en el reparto de los Reyes Magos en la plaza", señaló el gestor teatral. "Queremos que todas las historias tomen cuerpo de ficción, localizarlas en un mapa y, a través de una app, y poder vivirlas con el escenario alrededor".

La idea es presentar estas Historias de Llaranes, "en mayo o junio". En el caso de Usera al final tomó cuerpo de espectáculo: "Con actores de verdad y vecinos. Los actores sentían el peso de las historias porque eran de ellos, de los vecinos", señaló. O sea, memoria oral, vida cotidiana, neorrealismo y todo en un escenario tan singular como el popular barrio de Llaranes.