La Fundación Ópera de Oviedo se enfrenta en los próximos meses a una encrucijada que debe definir el futuro de la segunda temporada lírica más antigua de España después de la del Liceo de Barcelona. Javier Menéndez, director artístico de la ópera de la capital del Principado durante los últimos quince años, se incorporará en unos días al teatro de la Maestranza de Sevilla como director general, un puesto que aglutina los cargos de gerente y director artístico. Oviedo se queda sin la persona que, junto al expresidente Jaime Martínez, innovó, modernizó y profesionalizó el bel canto en la ciudad.

Menéndez se va a Sevilla, a un teatro público, y lo hace mediante un concurso-oposición marcado por las normas de la Administración. Quien le sustituya en Oviedo no lo hará así. La temporada de Oviedo la gestiona una Fundación, con lo que la Administración no toma parte en las contrataciones y la directiva puede designar a quien quiera. Tampoco será así. La idea es abrir un concurso en el que los aspirantes muestren sus méritos. Quieren buscar a alguien que siga la línea de Menéndez y hay mercado y presupuesto. "Es la tendencia en todos los teatros de ópera del mundo", aseguran fuentes de la Fundación. Y el mundo es una palabra clave, se aceptarán propuestas llegadas desde cualquier país.

Hay quien apuesta por todo lo contrario, por amortizar la plaza. Carlos Abeledo, una de las personas más críticas con la anterior directiva y con el trabajo de Menéndez, cree que deben ser los propios responsables de la Fundación los que se hagan cargo de programar las temporadas y que los técnicos de la casa ejecuten sus propuestas. El anterior presidente, Jaime Martínez, está convencido de que la Fundación seguirá en la línea de los últimos quince años y que se contratará a alguien que pueda continuar el trabajo de Menéndez.

El concurso debe abrirse, según distintas fuentes, más pronto que tarde. Cierto que Oviedo es una plaza pequeña, pero el prestigio cuenta y la temporada de Oviedo se lo ha ganado desde el siglo XIX. Ahora tendrá que mirar hacia el futuro, buscar a una persona que pueda asumir el reto con todos los riesgos que supone. La época no es mala. La economía de la Ópera de Oviedo está saneada y la nueva directiva, con impronta empresarial, podría conseguir más patrocinios, así que el dinero no parece problema.

Y personas preparadas para ocupar el puesto las hay. Para ser director artístico en una temporada de ópera no es necesario una titulación, no hay nada específico, aunque sí se exigen unos conocimientos que pueden ir desde la economía hasta el canto, pasando por la dirección musical o de escena. El abanico, por tanto, es enorme.

El mercado de fichajes se ha movido mucho en los últimos años. Christina Scheppelmann (Hamburgo, 1965) fue calificada como la Messi de la dirección artística. Y ahora está libre. La Scheppelmann, como se la conoce en el sector, ya ha anunciado que no renovará su contrato con el Liceu de Barcelona, un contrato que acaba el 31 de diciembre de este año. Scheppelmann llegó a Barcelona para sustituir a Joan Matabochs, actual director del Teatro Real, que fue precisamente con quien Javier Menéndez se adentró en la dirección artística antes de llegar a Oviedo en 2013.

La directora artística del Liceu ha trabajado en teatros como la Ópera de San Francisco, la Washington National Opera o la Royal Opera House de Muscat (Omán).