Los aficionados asturianos a la ópera tenían muchas ganas de volver a ver "Carmen" sobre el escenario del Campoamor tras 21 años sin representarse. Por ello, este último título de la temporada consiguió ayer en su función de estreno un gran éxito. Los cantantes Alejandro Roy, Varduhi Abrahamyan y María José Moreno fueron los más aplaudidos.

No hubo uniformidad de criterio con la dirección de escena de este último título de la temporada, a cargo de Carlos Wagner, asiduo colaborador en la temporada ovetense. Mostró una "Carmen" que huye a gritos de los tópicos andalucistas de la España decimonónica que podrían esperarse en esta ópera, y esto dividió al público al término de la representación.

El color negro y el tenebrismo se adueñaron del escenario, lo que no influyó para que el buen trabajo realizado en cuestiones de iluminación diera cabida a cuadros plásticos de gran belleza en el juego de luces y sombras. En este sentido, cabe destacar la recreación de la taberna de Lillas Pastia y el dúo fatal entre Carmen y Don José.

Wagner quiso que la España de su "Carmen" fuera la España de Goya, y de ahí las reminiscencias al "Pelele" con el coro infantil de la academia Divertimento, que encantaron al público por su buen trabajo escénico y musical. También el capirote de los condenados, la atmósfera de brujería o las escenas surrealistas que pudieron verse van en la línea de la estética del último Goya.

Los actos III y IV de la producción de "Carmen" vista ayer presentaron mayor aporte personal por parte de Wagner. En el tercer acto, que muestra el negocio de los contrabandistas, se convierte bajo su visión en un contrabando de personas que viajan escondidos en cajas que se encuentran en una especie de almacén. El último acto ahonda aún más si cabe en el surrealismo entre los personajes, hasta el punto de que la propia protagonista, Carmen, no muere apuñalada por Don José, sino embestida por el toro en el que se ha convertido, tras sufrir un proceso de animalización, como si ambos estuvieran en el ruedo de la vida.

Uno de los aspectos de "Carmen" que no convencieron a todo el público fue la elección de la versión sin textos hablados de esta ópera.

Varduhi Abrahamyan fue una Carmen que convenció al público. Desde su salida a escena se metió dentro del personaje, con un temperamento desafiante que se hizo patente durante la habanera. Además, la canción bohemia del segundo acto, con la representación del tablao flamenco, también supo desenvolverse tanto en el plano musical como interpretativo y coreográfico.

El asturiano Alejandro Roy tiene un color vocal característico, con facilidad para el agudo. El Campoamor se venía abajo tras su interpretación del aria de la flor.

La soprano María José Moreno fue otra de las favoritas del público, con una proyección sonora y fraseos muy cuidados, la suya fue una interpretación de Micäela hecha con mucho gusto.

También David Menéndez hizo un Escamillo creíble, muy metido en el papel del torero, acompañado además por una voz redonda en todo el registro, que el público supo agradecer al término de la función.

La dirección musical de Sergio Alapont, al frente de la Orquesta Oviedo Filarmonía, destacó por mantener la tensión de la partitura, por la brillantez tímbrica, pese a estar dentro del foso del teatro, y por las dosis de energía que se hicieron evidentes desde la primera nota del preludio.

El Coro de la Ópera de Oviedo fue muy ovacionado. De ellos, merece la pena destacar su empaste entre las distintas voces, y además su extenso trabajo escénico y de figuración.