Fernando Beltrán, "el creador de nombres", como él mismo se define, presentó el jueves en Madrid "La vida en ello", una selección de su obra en prosa escrita desde finales de los ochenta hasta la actualidad. El poeta ovetense -su labor literaria ha transitado preferentemente por el mundo de la poesía- ha dedicado buena parte de su vida profesional a poner nombres a cosas que no lo tenían pero que, al oírlos por primera vez, parece que estaban obligados a ser nombrados de esa manera. En su forma más comercial, estos "bautismos" han dado nombre a marcas tan conocidas como "Rastreator", "Amena" o "Faunia", nexos de unión, como "Lloviedo", de una palabra y una realidad. "Yo sólo pongo nombres, no creo marcas. Doy una palabra que enriquecen a continuación el diseñador gráfico, el estratega de marketing y el publicista y que la convierten en marca, pero en muchas ocasiones creo palabras para cosas que no tienen nombre. Por ejemplo, nombré los doce escalones de una escalera en sentido ascendente y descendente y me lo pasé de maravilla", comentó con el público que le acompañó en la clausura de la exposición que sobre su obra permaneció desde octubre pasado en el mismo escenario, La Casa del Lector del Centro Cultural Matadero de Madrid bajo el título "Palabras que nombran. Diseño para leer".

"La vida en ello" recopila textos de estilo muy variado -no podía ser de otra forma, ya que su estilo se ha calificado de "inclasificable" en muchas ocasiones- que, escritos en prosa, emanan el mismo aroma poético que el resto de su obra que le hizo merecedor en 1982 de un accésit del prestigioso Premio Adonais.

Leopoldo Sánchez Torres ha sido el encargado de seleccionar los textos que un volumen editado por la Universidad de Valladolid, una ciudad, según Beltrán, "de paso para los asturianos que viajamos entre Oviedo y Madrid. Y no hay nada más atractivo que una ciudad de paso".