Llueve. Es primavera. Llueve y es inevitable tener un bajón. De moral, ilusiones y esperanzas. Cuatro mujeres cruzan sus vidas en una clínica de Madrid. Mientras llueve. Alicia: ingenua, joven y sin amigos. Vaya plan. Sonia es prostituta, tiene una langua feroz y es muy desconfiada. Lola: intelectual que solo ve las miserias del inmundo mundial. Begoña trabaja de limpiadora y es madre de familia. Carga con un error horrible. Juntas para un secreto. Juntas para un desafío que pondrá a prueba lo que son, lo que dicen, lo que sienten, lo que serán. Con esos mimbres, Fátima Casaseca ha construido "Afectos secundarios" una novela de risas y lágrimas, sin pelos en la lengua a la hora de dar una versión original sin subtitular sobre la amistad y las mujeres, sobre la vida y sus circunstancias. Divertida y lúcida, corrosiva y emocionante a partes desiguales.

¿Cuál fue la chispa que encendió la novela?

Quería jugar con la percepción del lector, con los prejuicios inevitables que tenemos todos. El encuentro de unos desconocidos en una situación íntima y desagrable (y que, en sí misma, ya está rodeada de prejuicios) me pareció el mejor punto de partida. La chispa adecuada.

¿Cómo se mete una autora en la cabeza de cuatro personajes tan distintos sin perder la ídem?

Ceo que el hecho de que fuesen varios y tan distintos fue lo que me impidió perder la cabeza. Al ir alternando entre uno y otro conseguía mantener cierta distancia, desconectar, y no fusionarme demasiado con ninguno de ellos. Sin embargo, mi marido sabía perfectamente qué personaje había escrito ese día por mi estado de ánimo, así que no estoy tan segura de no haberla perdido un poquito.

¿Sus amistades se sienten como conejillos de Indias o separa la vida personal de la creativa?

De momento, me siguen hablando todos.

¿Hay un poco de la autora en las cuatro protagonistas?

Y también en los secundarios. Yo soy muy pudorosa, pero al mismo tiempo siempre tengo ganas de contarlo todo. La ficción es lo único que me permite resolver esa contradicción.

¿Qué papel tienen reservado los hombres?

Muestran otra de las caras de las protagonistas. A pesar de ser todos secundarios, tienen una función importantísima en el libro, porque matizan la imagen que ellas se empeñan en darnos de sí mismas y del mundo que las rodea.

¿Escribe por causalidad o por casualidad?

Por diversión. Pero si las causalidades de la vida (un pueblo pequeño y aburridísimo en Alemania, la más importante) no me hubiesen empujado a empezar, nunca habría descubierto lo bien que me lo pasaba haciéndolo.

¿Es más difícil hacer llorar o reír a los lectores?

Lo difícil no aburrirles. Los lectores se han vuelto más exigentes, menos fieles. Un libro ahora no sólo tiene que destacar frente a otros libros, también tiene que hacerlo frente a Netflix, HBO o incluso las redes sociales.

¿Qué aporta el coche Polo a la historia?

Es el Ford Fiesta blanco de mi generación.

¿Las mentiras se retroalimentan?

Y algunas hasta se convierten en novelas.

¿Es mejor dar miedo que pena?

Dar pena es humillante, pero dar miedo es peligroso. Lo mejor es intentar no dar ninguna de las dos, pero no siempre depende de nosotros.

Una niña bien, una prostituta, una camarera, una profesora… ¿Qué simboliza cada una de ellas?

Nuestras envidias, nuestra hipocresía, nuestro clasismo, nuestra cobardía. Según avanzas en el libro, no necesariamente en ese orden.

¿Los hombres están sobrepasados por la nueva ola de feminismo?

El problema no es el feminismo. Es cómo se está profesionalizando y utilizando para justificar comportamientos fanáticos a costa de, curiosamente, excluir y silenciar a más mujeres cada día. Algunos hombres quizá estén sobrepasados, pero muchas mujeres están empezando a cabrearse y reclamarlo.

¿Son las mujeres las peores enemigas de las mujeres, como reza el tópico?

El enemigo más peligroso es siempre el que mejor te conoce, porque sabe perfectamente qué es lo que más te duele. Las mujeres podemos ser nuestras peores enemigas, pero por esa regla de tres, también las mejores aliadas. Las más comprensivas, desde luego.

¿Los malos momentos traen buenos amigos?

Por lo menos espantan a los malos.

¿De qué hablan las mujeres cuando van juntas a un baño público?

De física cuántica, igual que los hombres.

Como mujer, ¿qué la indigna cuando ve las noticias?

Todo. Últimamente parece que están hechas para indignarnos, aunque también me temo que indignarnos es lo más nos gusta. Nos hace sentirnos superiores.

¿Cómo se sintió metiéndose en la cabeza de un hombre?

Con muchas ganas de explicar cosas.

¿Los encuentros accidentales le han dado satisfacciones o disgustos?

Los encuentros de ese tipo te permiten aprender cosas nuevas de ti mismo. Algunas veces, no demasiado buenas.

¿Tiene algún truco para saber si una escena funciona o cojea?

Imagino que la ha escrito otra persona. Si aun así me la creo, es que funciona.

¿Hay que pasarlo mal para que el lector lo pase bien?

Sobre todo hay que tragarse el orgullo. Depende de lo grande que uno lo tenga, puede provocar ardores.