Tiempos duros para los devotos de "The Prodigy". El carismático cantante Keith Flint fue encontrado muerto en su casa de Inglaterra a los 49 años de edad, después de que se informarse a la policía de que había un cuerpo inconsciente.

Liam Howlett, miembro de la banda, fue el encargado de informar de que la muerte de su colega ha sido un suicidio. Howlett señaló en el perfil oficial de Instagram del grupo británico que Flint "se quitó la vida", después de que la policía de Essex (este de Inglaterra) informara de que había encontrado muerto al cantante. "Estoy conmocionado... cabreado, confuso y con el corazón roto", se desgarró el compositor.

La banda expresó en un comunicado su "profundo shock y tristeza" por el fallecimiento de Flint, al que calificó de "un pionero, innovador y leyenda".

El cantante de icónico aspecto punk acababa de regresar al Reino Unido de una gira por Australia y en mayo tenía previsto un tour por Estados Unidos.

"The Prodigy" publicó en 2018 su séptimo álbum, "No tourists" y bebe de las fuentes de la fusión de tecno con breakbeat y house. El 3 de agosto del año pasado actuó en el "Tsunami Xixón". En 2007 "Prodigy" dejó su sello en Oviedo. Entonces volvía a vivir un buen momento la música electrónica, que había "reexplotado" de nuevo tras el dominio del rock indie y otros asuntos colaterales. Desde entonces estuvo tiempo reenganchando a generaciones. Y es que su tecno es sonido mayor, va más allá con su barniz de punk industrial, tanto de imagen como en ciertos tramos de ritmos. El músico y crítico asturiano Pablo Moro destaca que "el hecho de que todos sus discos hayan sido numero uno y hayan vendido más de 25 millones de discos en todo el mundo habla por sí solo. 'The Prodigy' abrió la puerta a un género nuevo, acorde con un nueva era, en la que mezclaron los aires contemporáneos de la electrónica con la actitud del punk y la energía del rock. No sé si su legado musical será duradero pero fueron, desde luego, visionarios e hijos de su tiempo".

Tatuajes, crestas de colores, piercings y estrafalarios atuendos eran la llamativa carta de presentación de Keith Flint. Fue de la mano de Howlett, allá por 1989, como empezó su amplia carrera musical, en la que llegó a vender treinta millones de discos.

Los dos británicos se conocieron en una fiesta "rave" (del verbo inglés "to rave", delirar, derivado a su vez del sustantivo francés "reve", sueño), y eran conocidos por sus desenfrenos y música "underground".

Ambos conectaron rápidamente al ver que compartían su gusto por la música electrónica "dura" y diferente. Ese fue el germen de "The Prodigy", donde durante los primeros seis años Flint, nacido al este de Londres en 1969, actuaba únicamente como bailarín.

Con el vocalista y rapero Maxim como tercera pata de la agrupación, 1996 supuso un antes y un después para una banda que hasta ese momento se había desenvuelto en la marginalidad.

Y fue gracias a la letra y voz de Flint con el single "Firestarter", como el trío terminó de despegar y el bailarín paso a convertirse en su buque insignia. La canción destronó de las listas de éxitos a "How Deep is Your Love" de "Take That" y vendió más de 600.000 copias en el Reino Unido. La actuación de Flint en el vídeo musical del tema en blanco y negro era tan escalofriante que las televisiones acordaron no emitirlo antes de las nueve de la noche porque aterrorizaba a los niños. Impulsado por el éxito de "Firestarter", el tercer disco de "The Prodigy", "Fat of the land", que incluía otras de sus canciones más icónicas "Breathe", se colocó a toda velocidad en el número uno en Estados Unidos y en el Reino Unido, y vendió varios millones de copias en todo el mundo.

A pesar de su salto al mundo "mainstream", su música no fue domesticada por las modas musicales y se mantuvieron fieles a su estilo, inclasificable dentro de los géneros convencionales.