Jonathan Nott dirigirá esta tarde, a las 19.00 horas en el auditorio de Oviedo, a la Joven Orquesta Europea Gustav Mahler en "Los conciertos del Auditorio". Nott es un director peculiar, porque además de sus compromisos como titular de Nott de la Orchestre de la Suisse Romande y de la Sinfónica de Tokio, desarrolla una importantísima labor con orquestas de jóvenes músicos, como la Gustav Mahler. Es reconocido como uno de los mayores expertos en las sinfonías del austriaco. El concierto de hoy durará 99 minutos aproximadamente y aún quedan algunas localidades, a 30 y 26 euros.
- ¿Por qué tanto interés en trabajar con agrupaciones jóvenes?
-Después de algunas décadas como director surgió esta posibilidad y la acepté porque me permite hablar a las nuevas generaciones. La dirección orquestal es un trabajo muy solitario, te sientas cada semana enfrente de 150 personas que no conoces y tratáis de hacer música juntos. La Joven Orquesta Mahler congrega a músicos de diferentes países por tres semanas, con diferentes experiencias, y eso le da una identidad muy especial. Los jóvenes intérpretes invierten mucho tiempo de estudio, y lo que les ofrece esta experiencia es la posibilidad de viajar, formarse en un repertorio de gran complejidad y conocer audiencias. Ellos van a ser grandes músicos en el futuro, y pasar por este tipo de experiencias les ayuda a identificarse musicalmente.
- ¿Qué diferencias encuentra entre una orquesta joven y una profesional?
-No me gusta compararlas, pero es cierto que las jóvenes tienen una mayor motivación que las profesionales. En una orquesta profesional, sus miembros se conocen más, y llevan largos años tocando juntos. Otra diferencia fundamental, desde mi punto de vista, es que con los músicos jóvenes tenemos más tiempo para preparar los programas, así que en mi caso dispongo de tiempo para explicarles todo el aspecto trascendental que hay tras la música de Gustav Mahler.
- Hable de la Sinfonía nº 3 de Mahler, la obra de esta tarde.
-Mahler fue una persona tremendamente complicada, y supo plasmar en sus composiciones todo aquello que le atormentaba. Esta Tercera Sinfonía nos retrotrae a los comienzos del siglo XX, con un enorme desarrollo en el terreno artístico, filosófico y científico, pero también con la Segunda Guerra Mundial a las puertas. Mahler tenía un patológico miedo a la muerte, y eso se deja ver en toda su música. En especial en esta sinfonía, en la que diseña un universo anímico; es una especie de viaje de las emociones, algo muy trascendental.
- Intervendrá en el concierto una parte del coro de la Fundación Princesa de Asturias.
-Será un intercambio de ideas interesante, cuando las mujeres del coro salgan a escena y nos miremos a la cara los unos a los otros y hagamos música juntos. Es parte de la magia que tiene la música, que puede poner en contacto a gente de muy diferentes lugares, lenguas y culturas.
