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SARA MESA | Escritora, protagoniza el viernes el ciclo "Palabra" del Centro Niemeyer

"La literatura que me remueve es la que replantea la visión del mundo, no la evasiva"

"El cuento como género literario tiene mucho prestigio, pero carece de la dimensión de mercado que posee la novela, es muy minoritario"

Sara Mesa.

La periodista y escritora Sara Mesa protagoniza este viernes, día 15 (20.00 horas), el ciclo "Palabra" del Centro Niemeyer de Avilés. La autora de "Cicatriz", "Mala letra" y "Cuatro por cuatro" hablará de su última novela, "Cara de pan", así como de diferentes cuestiones relacionadas con la actividad literaria, a la que llegó a través de los cuentos. Vicente Duque, doctor en Filología y autor de "Enigma y simulacro", conducirá la conversación sobre el escenario del centro cultural avilesino con la autora nacida en Madrid y residente en Sevilla.

- Empezó como escritora de cuentos, ¿cree que es la narración literaria por excelencia en tanto que es la primera lectura de un niño y el primer trabajo de muchos autores?

-Empecé con el cuento y sigo con él porque me siento muy cómoda en este género, está próximo a mi manera de escribir. No obstante, la brevedad no es garantía de éxito, mis novelas no son largas, la última tiene 140 páginas.

- ¿El cuento está ganando en prestigio?

-Como género literario adulto tiene mucho prestigio, hay editoriales centradas en él y otras potentes que le están dando un lugar destacado. A pesar de ello, no tiene la dimensión de mercado que la novela ni el mismo efecto en número de lectores, es más minoritario.

- "Cara de pan", su último trabajo, ha inundado los medios de comunicación y las redes sociales antes de su aparición; nació con grandes expectativas. ¿Se han cumplido para usted?

-Las expectativas son malas en general, tanto tenerlas como sentirlas; personalmente, intento sacudirlas. En cuanto a la acogida que está teniendo, ha sido una sorpresa ya que por ser una novela corta tiene componentes poco amables. No me puedo quejar de cómo va, salió hace pocos meses y ya le han salido traducciones a siete lenguas.

- Ha sido calificada de turbadora y transgresora. ¿Qué le parecen los calificativos?

-Son etiquetas, pero la literatura debería ser así. La hay evasiva y complaciente, pero no es la que me remueve, lo hace la que te lleva de un lugar a otro y te replantea la visión del mundo. No creo que sea la autora que ofrece una literatura de más riesgo, esas etiquetas se pueden aplicar a un montón de gente, y mis libros no cuentan historias truculentas.

- La obra, una compleja relación entre una adolescente y un hombre mayor, ¿es su forma de visualizar las minorías?

-Cuando escribo me fijo en los personajes que están fuera del foco, no tanto de dar visibilidad; me llama la atención lo que sale de lo normal.

- ¿Escribir es un acto egoísta, de búsqueda de uno mismo?

-No es egoísta, lo entiendo como búsqueda, pero no dentro de mí misma. El resultado de la escritura tiene que ser comunicable, hablar solo no tiene ningún sentido, aunque hable de mí misma.

- Empezó a escribir tarde. ¿Ello favorece la madurez de los textos?

-Empecé con 30 años, cuando mi vida estaba en construcción, y lo hice con la misma inocencia, falta de seguridad, espontaneidad y riesgo que si hubiera tenido 20. Más que tener consolidado el sentido literario, a esos años tenía consolidada la mirada, ya era una mirada de adulto.

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