Alejandro Castrillo (Mieres, 1987), licenciado en Historia del Arte, se gana la vida con Drácula, Frankenstein, el capitán Nemo, Dorian Gray y zombis.
-Gestiono dos empresas con actividades muy alejadas. Una dedicada al diseño de interiores comerciales -clínicas dentales, cafeterías, librerías...- en la que mi hermano Eugenio lleva la batuta. Empezamos hace ocho años, en el peor momento de la crisis, y no podemos quejarnos.
- ¿Y la empresa Yurmuvi?
-Está dedicada a eventos y ocio alternativo, el que se aleja de salir a beber, ir a discotecas, al fútbol o al cine, actividades contra las que no tenemos nada. Organizamos yincanas, cenas temáticas y tenemos seis salas de escape.
- ¿Cómo llegó a eso?
-Desde los 12 años tuve una afición: el juego de rol. Como el bajo en una canción, se mantuvo todo el tiempo. De ahí salió algo muy importante para mí: mis amigos. De ellos, cuatro son socios. Crecimos cuando había que explicar qué era el juego de rol, al que se culpaba de inspirar al "asesino de la katana" y el crimen de la parada del autobús. Ahora es lo más guay.
- ¿Qué pensaban sus padres?
-No apoyaron que fuera al club de rol, pero no se opusieron. Eran humildes y no conocían la cultura pop.
(Alejandro es hijo de minero y de ama de casa. Sus hermanos le sacaban 17 y 15 años y creció como hijo único sin privilegios).
- ¿Eran una panda de raros?
-Iba al instituto con mi libro de "El señor de los anillos" y mis compañeros no entendían que leyera ese tocho. Después nos tocaron de lleno las películas.
- ¿Era un friki de manual?
-Sí, salvo en el deporte. A los 16 años dejé de depender de mis padres y fui a vivir al centro de alto rendimiento de natación del Cristo, en Oviedo, y disputé campeonatos nacionales.
- ¿Por qué empezó a nadar?
-A mi padre se lo llevó una ola en un acantilado, pasó una hora en el agua, sin saber nadar. Lo recogieron con hipotermia y pasó dos semanas en coma. Me apuntaron a que aprendiera a nadar en la piscina del Club Manuel Llaneza, se me dio bien y seguimos. Mi cualidad era la resistencia y destaqué en medio fondo y fondo. La natación demuestra cómo soy yo.
- ¿En qué sentido?
-A los 8 años iba a clase por la mañana y por la tarde entrenaba. Todos los días. A los 17 fui interno al Cristo. Me levantaba a las cinco y media de la mañana y entrenaba dos horas y las once, otras tres: una de entrenamiento seco y dos de piscina. Por la tarde, estudiaba el Bachiller Artístico en el Instituto Aramo hasta las nueve de la noche.
- ¿Por qué lo dejó?
-Sin recompensa económica, tuve que decidir: o seguía allí y estudiaba la carrera, que era complicado, o trabajaba y estudiaba.
- ¿Qué hizo?
-Vine a vivir a Gijón con una chica porque tenía aquí a mi hermano, mi cuñada y mis sobrinos. Al principio, traté más con mi cuñada. Luego mi hermano y yo descubrimos que teníamos gustos similares y que los dos dibujamos; él, mejor.
- ¿En qué trabajó?
-De camarero y poniendo hamburguesas en el Mike's del Pryca. Cuando tuve dinero para pagar los cursos de monitor de natación y socorrista, los hice, los saqué y trabajé de monitor en invierno y de socorrista en verano. Una época cansada.
- ¿Cómo sacó la carrera?
-Año a año, con notas entre el 7 y el 9. Pasé cuarto curso en la Universidad de Granada con una beca "Séneca" porque me interesaba el arte hispanomusulmán. Fue la única época en que no trabajé.
- Acabó Historia del Arte, pero se asoció con su hermano.
-El mundo académico no era para un culo inquieto como yo. Mi hermano quería montar un negocio -ahora o nunca- y me preguntó qué me parecía. Yo estaba aprendiendo y aplicando el dibujo en 3D de manera autodidacta. Él aportaba la experiencia en ejecución de obra y diseños. Él es de EGB, de los ochenta; yo soy "millennial" y sé lo que le queda más lejos.
- ¿Cómo llegó al ocio alternativo?
-El grupo de amigos de los juegos de rol siempre fuimos muy de organizar: jornadas, puertas abiertas, roles en vivo. En 2008 iniciamos "Z de Zombies", un juego de supervivencia en el que, si te tocaba un zombi, te convertías en muerto viviente. Llegamos a reunir 220 personas de toda España, durante un fin de semana entero, en Palencia, León, Cáceres, por Asturias. Empezaban las redes sociales y las entradas se acababan en tres minutos. Al cabo de varias ediciones se decantó qué hacía mejor cada uno: producción, guion, diseño de vestuario o maquillaje.
-¿Cómo llegaron a las salas de escape?
-Un socio, Buster -que se llama así porque sus padres son cinéfilos-, montó Keaton, una empresa de eventos y teatro. Otro contó que en Rusia había una movida en la que te encerraban durante una hora y tenías que escapar. Pensamos que los rusos y él estaban locos. Pero hace tres años montamos "La fuga de Drácula" en Gijón cuando nos dimos cuenta de que sabíamos hacer todo: guiones, mecánicas de juego, vídeos promocionales, marketing online y que teníamos una empresa que sabía hacer decorados.
- Pasa el día trabajando, ¿le espera alguien en casa?
-Sí, mi gata "Pantone 432C", que es su color (gris). Y, a veces, mi panda de amigos, que somos una gran familia.
- Hace sus negocios con la familia y los amigos.
-Justo lo que todo el mundo recomienda que no hagas. No hay ninguna complicación. Llevamos muchos años organizando cosas y sabemos que no nos vamos a enfadar. Somos "Friends" cruzado con "Big Bang Theory". Tenemos la coña interna de que vamos por temporadas, personajes invitados y cuando nos pasa algo dramático bromeamos con que había bajado nuestra audiencia.
- ¿El boom va a durar?
-Sí. No solo nos dedicamos a las salas de escape. Hacemos muchas más cosas e intentamos diversificar. Estamos diseñando exposiciones para "Metrópoli", trabajamos para el Antiguo Instituto y para la Casa Museo de Jovellanos. Es raro que eso coincida con "Star Wars". Tenemos capacidad de adaptación buena y venimos de un mundo que pasó de que ser friki fuera marginal a convertirse en una tribu urbana mainstream.
- Tuvo una crianza humilde, ¿cómo vive ahora?
-Mucho mejor.
- ¿Asturias es un buen ámbito para vivir de esto?
-Sí. Hubo cultura friki porque estamos en el Norte, hace mal tiempo y necesitamos actividades de guardar. Y en las 30 salas de escape de la región el nivel es muy alto. Lo dicen los críticos.