El Papa Francisco inició ayer en Rabat un viaje cargado de simbolismo y símbolos, con un desplazamiento en "papamóvil" acompañado por el rey de Marruecos, comendador de los Creyentes, en un vehículo descapotable paralelo al "papamóvil". Los migrantes y el diálogo interreligioso centraron la primera de las dos jornadas. Ambos líderes religiosos pidieron libertad de culto en Jerusalén.

En su primer discurso de la visita a un nuevo país de la periferia y de mayoría musulmana, y van once, el jesuita Bergoglio, que pronunció sus intervenciones en italiano, remarcó que el fenómeno de la inmigración no se resuelve construyendo barreras y ahondó en el diálogo para atajar el terrorismo integrista.

En la explanada de la simbólica Torre Hassan, por su lado, el monarca recibió a Francisco con un rotunda llamada a la cooperación activa ya que "el diálogo entre las religiones de Abraham (judaísmo, cristianismo e islam) es manifiestamente insuficiente hoy en día". Mohamed VI subrayó que el radicalismo, sea religioso o de otro tipo, "se asienta en el desconocimiento del otro, en la ignorancia del otro, en la mera ignorancia". Y propuso la educación como herramienta necesaria al servicio de un mejor conocimiento de la religión.

"Es hora de que la religión deje de ser para siempre una coartada para aquellos ignorantes, para esta ignorancia y para esta intolerancia", señaló Mohamed VI, que pronunció su discurso en árabe, español, inglés y francés.

El rey destacó "el excepcional acontecimiento" de contar con el Papa, "servidor de la esperanza", en el punto de encuentro escogido "en el eje de la mezquita de Marraquech y la Giralda de Sevilla" y en el mismo mes del histórico reconocimiento mutuo entre judíos, cristianos y musulmanes en la Abisinia del Negus.

Tras escuchar al rey Mohamed VI, y después de un aguacero, el Papa afirmó que la llegada de migrantes "nunca encontrará una solución en la construcción de barreras, en la difusión del miedo al otro o en la negación de asistencia". La comitiva papal, tras dejar la Explanada, visitó el Mausoleo de Mohamed V, donde depositó un ramo de flores y escribió rogando "a Dios Todopoderoso la prosperidad del Reino de Marruecos" y que "crezca la hermandad y la solidaridad entre cristianos y musulmanes".

Diálogo

Francisco, que llega a Marruecos después del viaje de Juan Pablo II en 1985, destacó que el motivo de su visita es el de "promover el diálogo interreligioso y el conocimiento recíproco entre los fieles de nuestras dos religiones". E hizo hincapié en la importancia de diálogo para acabar con "las incomprensiones, las máscaras y los estereotipos".

Francisco aplaudió todas las iniciativas que detendrán "la instrumentalización de las religiones par incitar el odio, a la violencia y al extremismo, o al fanatismo ciego que se deje de usar en el nombre de Dios para justificar actos de homicidio, exilio terrorismo y opresión".

Mohamed VI, por su lado, fue más directo y llegó a decir que "los terroristas no tienen en común la religión". Añadió el rey que "la religión es la luz, es el saber, es la prudencia". Y agradeció al Papa argentino los esfuerzos "en favor de la paz mundial".

Como prueba de colaboración, el Papa, los obispos de Marruecos y Argelia y algunos monseñores romanos, entre ellos el secretario de Estado Pietro Parolin, visitaron junto al rey el Instituto Mohamed VI de los Imanes, Predicadores y Predicadoras. El Santo Padre conoció la institución que ha formado a 1.200 imanes de todos los países y que, al final, simbolizó la hermandad religiosa con la Orquesta Filarmónica de Marruecos, y el canto de un muecín, una cantante cristiana y una judía.

La primera jornada del Papa concluyó en el centro de Cáritas de Rabat, una pequeña casa, más pobre que todas las sedes de Cáritas en Asturias, y en la que se contó con un reducido grupo de subsaharianos. Dio las gracias el Papa a todos los que ayudan a los migrantes, que en Marruecos se acercan a 80.000 subsaharianos, y muchos en campos de refugiados tras su intento de llegar a España. "Es Cristo mismo el que pica a nuestra puerta", dijo Bergoglio, que hoy dedicará todas las honras a la comunidad católica en Marruecos con las hijas de la Caridad y una misa para 10.000 fieles en un centro deportivo.