Los obreros de la fábrica de zinc y superfosfatos de la Real Compañía Asturiana protagonizarán una gran exposición en el Museo de Bellas Artes de Asturias. Una muestra que acercará al público asturiano la obra de José Zamora Montero, capataz de la fábrica de Arnao y fotógrafo aficionado, de quien se conservan en torno a 1.500 retratos realizados a los trabajadores de la factoría para sus fichas.

La vida y la obra de Zamora Montero ha sido rescatada del olvido gracias a una investigación de Juan Carlos de la Madrid y Alfonso García Rodríguez, autores del libro "Fotografía, industria y trabajo. José Zamora Montero (1874-1953)", que acaba de ser editado por Trea y que precisamente ayer se presentó en el Bellas Artes. Una investigación de tres años durante la cual los dos autores recuperaron un ingente fondo de fotografías realizadas por Zamora Montero, en torno a 2.200 en diferentes soportes, que incluyen además de los retratos, imágenes familiares y otras relacionadas con la actividad fabril de la Real Compañía Asturiana.

Fue precisamente a raíz de la presentación del volumen en el Museo de Bellas Artes de Asturias que los autores del estudio y el director de la pinacoteca, Alfonso Palacio, llegaron a la conclusión de que esa obra magna merecía una exposición en el museo. Aunque la estructura de la muestra aún se está proyectando, la previsión es que se divida en tres apartados, en atención a esas líneas temáticas que se aprecian en la obra de José Zamora Montero. Pero la parte del león, así como el gran atractivo de la muestra, serán los retratos de los obreros de la fábrica de Arnao, donde el capataz y fotógrafo trabajó entre 1903 y 1948.

Según detallan los autores de la investigación, Zamora Montero comenzó a realizar los retratos de los obreros en 1935, una labor que se prolongó durante ocho años, aproximadamente. "La obra de Zamora Montero es magna; hablamos de unas 2.000 personas que fotografiaba antes, durante o después del trabajo", explica Alfonso García.

El destino de los retratos eran las propias fichas de la compañía, pero el capataz no se limitó a realizar instantáneas de carnet: las imágenes son auténticos retratos, con angulación y planificación diversas.

La calidad de las fotografías sorprendió primero a los investigadores, y posteriormente al propio Alfonso Palacio. A la vista de las imágenes, parece claro que Zamora daba cierta libertad a sus modelos, para que adoptasen una pose cómoda. Quizás había en esta inclinación un interés por reflejar la personalidad de los individuos.

Ante el objetivo de Zamora Montero pasaron todos los obreros de la fábrica en aquellos años, independientemente de su ocupación, rango o edad. Hay niños de corta edad, hombres adultos, mujeres y ancianos. Personas que en muchos casos, como recuerdan los autores de la investigación, dedicaron su vida entera a trabajar en la fábrica de Arnao y que en muchos casos coincidían en las instalaciones con sus padres, hermanos o hijos. "La gente que retrata Zamora está a gusto, pese a que él ya era alguien respetado en la fábrica, con un puesto de responsabilidad. Pero se nota que no intimidaba", explica De la Madrid.

Para la exposición se estudia también la posibilidad de reconstruir, en el museo, el estudio de Zamora Montero, el lugar por el que pasaron los obreros de la Real Compañía Asturiana para ser inmortalizados por la cámara del capataz. La muestra irá acompañada de un catálogo que coeditarán el Museo de Bellas Artes y la editorial Trea.