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ROKIATOU HAMPÂTÉ BÂ | Directora de la Fundación Amadou Hampâté Bâ

"Mi padre recopiló la tradición oral y logró que se conservase la cultura africana"

"Trabajo para mantener su legado, para conservar lo bueno y olvidar lo malo, demostrar que África es negra pero no oscura, que es sabia"

Rokiatou Hampâté Bâ, ayer en Oviedo. IRMA COLLÍN

"En África, cuando un anciano muere, arde una biblioteca". Lo dijo Amadou Hampâté Bâ en la sede de la UNESCO y la frase tiene ya rango de proverbio africano. Rokiatou, hija del escritor y etnólogo maliense fallecido en Costa de Marfil en 1991 y considerado padre de las letras africanas, participó ayer en Oviedo en las jornadas "Flujos migratorios en las literaturas africanas", organizadas por la fundación Pájaro Azul, con la colaboración del Principado y la Universidad.

- ¿Quién era Amadou Hampâté Bâ?

-Nació en Mali en 1900, era el hijo del siglo XX. Conoció África antes de la colonización, durante y después, en la época de la independencia. Se adaptó a todos esos periodos tomando como referencia las raíces de su civilización africana pero abriéndose a otras culturas.

- Sin su padre se habría perdido buena parte de la historia de África.

-Recopiló todos los relatos orales y eso le convirtió en padre de la literatura africana. Estudió en las escuelas precoloniales y en las coloniales así que con las herramientas de las dos culturas comenzó a apuntar todos los relatos, lo hacía como un acto reflejo.

- La tradición oral está en la base de la cultura de cualquier pueblo.

-Sí. Él decía que la escritura es la fotografía del saber pero no el saber en sí mismo. Si él no hubiese estado, si no hubiese ejercido como puente entre dos culturas se habrían perdido muchísimas cosas. Codificando en papel todos esos conocimientos orales se permitía su salvaguarda y él hizo ese trabajo inédito hasta entonces.

- ¿No le resultó difícil mantener la equidistancia entre esas dos culturas, la africana y la colonial?

-Siempre buscó puntos de convergencia. El luchó por la identidad africana pero lo hizo alejado de los extremismos. La colonización no respetó en muchos casos las tradiciones, pero mi padre reconoció una gran aportación, la lengua francesa a través de la que él pudo dar a conocer su cultura en todo el mundo.

- Además de su labora de recuperación de la tradición africana, fue un hombre de paz en tiempos de conflictos.

-Su gran obra, en lo que basó todo su trabajo, es la paz y la reconciliación. Lo hizo en su propio país. En Mali había una guerra entre familias que se estaba prolongando durante generaciones, mi padre organizó una asamblea en 1968 y logró que esas familias firmasen la paz. Un año antes, en 1967, organizó en Jerusalén una oración conjunta de un sacerdote católico, un rabino y él mismo, que era musulmán. Fue miembro del Consejo Ejecutivo de la Unesco de 1962 a 1970 y cada vez que se alteraban un poco los ánimos él llegaba con sus cuentos y sus moralejas y lograba calmarlo todo un poco. Era un gran orador, un maestro de la palabra.

- ¿Qué queda de su obra?

-Es el autor más vendido en África pero hay muchísimo material inédito. En 2002 pusimos en marcha una fundación para preservar su legado. Él decía: "Conservemos lo bueno y olvidemos lo malo para probar que África es negra pero no oscura, es sabia". Tras su muerte, en 1991, dejó manuscritos de un valor incalculable tanto en lo religioso como en lo científico. No quería que se perdiese todo eso y creamos la fundación para mantener viva la memoria de un hombre que luchó para librarnos del oscurantismo.

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