El fotógrafo asturiano Germán Gómez -lo es por accidente, "porque hace 47 años trasladaron a mi padre a Gijón"- dice que las artes plásticas le ayudan "a hablar". Y habla mucho. Cada una de sus fotos es un episodio de su vida. "Rosa Olivares me propuso juntar dos series bajo el nombre 'Identidad e intimidad'", apunta. Ayer tarde abrió sus puertas la primera exposición de Gómez en Avilés. Hasta el día 23 de junio estará en el vestíbulo del auditorio del Niemeyer.

La primera serie es "Fichados / Tatuados". "Durante media hora dibujaba sobre los cuerpos de los modelos una especie de tatuaje que resumía mi vida. Era un dibujo: con tres duchas se quitaba. Pero están las fotos: y ahí permanece parte de mi vida", cuenta. "La otra serie son retratos. De mi chico. Muchos. Luego las recorto, las pego y las reconstruyo. Todo para mí mismo, para explicarme", reconoce. Lo que pasa es que Gómez cuenta con tres galerías -Madrid, Bogotá, Filadelfia-, que son las que venden su trabajo. "Unos años las fotos dan para vivir y otros no. Para estar tranquilo doy clases de Arte en la Universidad Europea", concluye. "Hay que pagar la hipoteca".