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La Espuma De Las Horas

Un héroe infantil cumple cien años

Guillermo Brown revalida su condición de proscrito frente a los nuevos inquisidores de la corrección política

Portada del primer libro de la serie de Richmal Crompton.

Por extraño que parezca, las aventuras de Guillermo Brown, el protagonista infantil de las novelas de la escritora británica Richmal Crompton, empezaron siendo, hace cien años, un entretenimientos para mujeres maduras en las páginas de la revista "Home", una publicación dedicada a los asuntos domésticos. Lo editores creyeron que la ficción era el tipo de historia capaz de atraer a la lectura a las amas de casa del período de entreguerras. ¿Pero qué podían encontrar interesante en la vida de un niño empecinado en socavar la autoridad paterna, en involucrarse en todo tipo de pillerías malsanas y, en general, ser un dolor de cabeza para cualquier persona adulta?

Bueno, pues parece ser les gustaban, en "Home" obtuvieron gran popularidad y de allí saltaron al periódico "Happy" hasta acabar reunidas en 1922 en un libro que se tituló "Just William" y que bastantes años después, publicado en España por la editorial Molino como "Las travesuras de Guillermo", envuelto en un paquete de regalo, una tía obsequiosa acabaría depositando en mis manos . Más tarde vendrían otros de la misma colección, pero jamás agradecí tanto un libro con aquél en que por vez primera un héroe de mi edad me invitaba a compartir insurgencia.

Protagonista de 38 títulos, Guillermo Brown se debe a la imaginación de la hija de un pastor anglicano, nacida a finales del siglo XIX en Lancashire. Crompton escribiría también cosas para adultos, pero quienes no la conozcan por sus libros infantiles seguramente no se tomarán la molestia de leer "Bruma" y "La morada maligna", el primero un volumen de relatos sobre fantasmas traducido por Javier Marías y publicado en Reino de Redonda, igual que el segundo, una novela de terror.

Los libros que en España editaba Molino, eran de tapa dura, tamaño muy manejable y atractivas portadas con las maravillosas ilustraciones de Thomas Henry. Guillermo Brown marcaba la raya que separaba el mundo adulto del infantil junto a los Proscritos, Douglas, Enrique y Pelirrojo, y al lado de Jumble, un perro mil leches compañero inseparable de correrías. En frente tenían al mundo adultos, sus padres, hermanos y otros, y espantosos niños como Violeta Isabel Bott, un proyecto de Theresa May, y el pijo de Hubertito Lane. Sus travesuras fueron traducidas a varios idiomas, pero en ningún otro lugar, con la excepción de Inglaterra, lograron el éxito de aquí. En penuria sociológica del franquismo el personaje de Crompton era un símbolo de rebeldía: cierto anarquismo reencarnado en un niño víctima de la encorsetada sociedad eduardiana y de sus reminiscencias victorianas.

Guillermo Brown nunca dejó de ser uno de los grandes personajes infantiles de la literatura y con el tiempo revalidaría su condición de proscrito. Hace dos décadas con motivo de conmemorarse los 80 años de la primera publicación, los inquisidores de la corrección política comenzaron a librar contra el héroe desaliñado y anárquico la primera batalla de una guerra que no ha concluido, por considerar que los niños ingleses ingleses harían mejor leyendo otras cosas menos antisociales que pintar a un perro de azul o una rata con franjas de color rosa. Las asociaciones en defensa de los animales fueron las más activas. Como escribió Fernando Savater, el secreto está en el punto de vista del héroe: "Sin él sólo se puede ser persona de provecho, reformador bienintencionado de la sociedad, pero con él se puede ser todo eso y cualquier otra cosa: pirata, piel roja, oso, conquistador, detective, dragón, rebelde proscrito, incomprendido, genial, como Guillermo Brown".

Demasiado complejo para entenderlo en tiempos poco iluminados por las luces.

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