Mario Gas (Montevideo, Uruguay, 1947) es uno de los más reputados directores de escena del país. Y lo es desde hace la tira de años. El pasado 2018 estrenó en el Centro Niemeyer una versión destilada de "La Strada", de Federico Fellini: tres personajes únicamente para contar la perdición, la soledad y la felicidad inencontrable. Este sábado (20.00 horas) llega al teatro Campoamor de Oviedo. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

- Estrenaron en Avilés.

-De allí pasamos al teatro de La Abadía y después comenzamos la gira por España que nos lleva al teatro Campoamor en unos días.

- No es uno de sus teatros más frecuentados.

-Es cierto que no han llegado allí algunos de mis trabajos, pero, mire, hace no mucho se puso la zarzuela "La tabernera del puerto". Siempre es muy agradable regresar a Asturias y a Oviedo.

- ¿"La Strada" ha cambiado desde su estreno?

-No, no ha cambiado. En los ensayos uno decide cómo levantar el texto que tienes entre manos. Eso es lo que presentamos y eso es lo que se vio en el Niemeyer. Desde entonces hemos desarrollado cotas de gran calidad. Volví a ver la función en Alcalá de Henares. El trabajo es estupendo, responde al diseño y a la luz del primer día. La compañía está en plena forma.

- Es una producción casi asturiana.

-Sí, sí. Recibí el encargo de Zebra. Me dieron el texto que sintetizaba la historia en tres personajes y me resultó apasionante. Todos los que vimos la película la tenemos en la memoria, pero el tiempo ha hecho que el espectáculo, que tiene un tiempo y un contexto determinados, haya desbordado; tenemos el conflicto de tres tipos marginales que son enemigos y que se destrozan por dar con la felicidad.

- Alberto Iglesias parece su actor fetiche.

-Es excelente. Aquí, en "La Strada" hace de Loco. Siempre que trabajo me gusta rodearme de un equipo de confianza. En todos estos años ha crecido de manera enorme.

- Y devuelve a Verónica Echegui a las tablas.

-Hace mucho tiempo que quería trabajar con ella. Hizo unas audiciones para una cosa que estaba montando en el Español de Madrid. Al final elegimos a otra actriz, pero quedé encantado de sus capacidades. Es maravillosa, sabe imprimir la sensibilidad adecuada a su personaje. Y luego está Alfonso Lara, con el que nunca había coincidido. Es un hombre de muchos proyectos propios, pero nos comprendemos muy bien.

- Y ahora tiene un "Cicerón" entre manos.

-Para el próximo Festival de Mérida. Estrenamos el día 3 de julio.

- Allí hizo "Sócrates".

-Y el año pasado "Calígula". "Sócrates" la escribimos Alberto Iglesias y yo. El "Calígula", ya sabe, es de Camus.

- Pero hasta ahora "Cicerón" no tenía drama.

-Tengo un acuerdo con la productora Focus para hacer una obra al año. Este año la colaboración se ha centrado en "Cicerón". Le pedimos a Ernesto Caballero que escribiera la obra y ya la tenemos, la historia de un hombre marcado por filosofía, por la política. Estará José María Pou.

- ¿Pasará por Asturias?

-Supongo que sí. Después de Mérida se suelen hacer Madrid, Barcelona y toda la geografía.

- ¿El teatro es político?

-El teatro es político porque respirar es también político. El teatro recorre dos vertientes, la mirada introspectiva del individuo, la otra es una relación del ser con la sociedad. Cicerón es político. Su complejidad política termina con su enfrentamiento con Marco Antonio. Así acaba su vida.

- ¿Qué debe tener una obra para que sea la suya?

-No me corresponde a mí responder a esa pregunta. Elijo las obras que pueden explicar algo al ciudadano que acude al teatro, independientemente de si son dramas, musicales o zarzuelas. Lo que busco son historias en las que el ser humano se enfrenta a sí mismo y también al mundo. No soy esquemático, odio la firma del director en los espectáculos.