Desde meses antes estamos pendientes de las canciones que cada país elige para que le represente en Eurovisión, analizamos la letra, el ritmo, si es eurovisiva o no, pero… ¿Es Eurovisión un festival de la canción a día de hoy?

Cuando se creó el festival de Eurovisión en 1956, si lo era. Cada país mandaba lo mejor de su industria discográfica y sus intérpretes lograban al menos el éxito nacional. En aquellos años la repercusión de la televisión aún era baja, ya que tener un aparato en el salón era todo un artículo de lujo.

En los tiempos en blanco y negro, las retransmisiones eran sencillas, como sencillos eran los medios que había: tres o cuatro cámaras fijas y una grúa a lo sumo. El color llegaría en 1968, de mano de la todopoderosa BBC. El festival fue retransmitido por primera vez en color para Alemania Occidental, Francia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido, Suecia y Suiza, a pesar de que muy pocos espectadores tenían en su casa un televisor en color.

Fue la BBC desde entonces quien supervisaba todos los festivales. La cadena británica era el “alma mater” del festival respecto a su realización. Si algún país no podía asumir la organización del festival, era la BBC quien lo organizaba.

Este “monopolio artístico” se impuso durante mucho años, pero las televisiones en Europa eran cada vez más potentes. Ya no solo era la BBC, otras grandes televisiones públicas empezaron a despuntar (como la RAI italiana, la ZDF alemana o la TF1/A2 francesa). Todas ellas de alguna manera impusieron un estilo propio en la retransmisión del festival cuando les tocó organizarlo.

Toda esa variedad de estilos hizo que el Festival de Eurovisión no tuviera una línea propia en cuanto al diseño y realización. Cada televisión hacía lo que sus técnicos podían y sabían, aunque siempre estaban limitados a los presupuestos asignados, cosa que repercutía directamente en la calidad del festival.

En 1999 Suecia gana el festival, por lo que al año siguiente, la Televisión Pública Sueca SVT fue la encargada de organizar la primera edición de Eurovisión del nuevo milenio. Fue entonces, cuando pudimos ver el embrión de lo que es hoy Eurovisión (desde el punto de vista de realización y puesta en escena). Se estrenaron las pantallas LED sobre el escenario, y el show aglutinaba todo un despliegue tecnológico y lumínico jamás visto en una edición anterior. Además, fue la primera vez que se pudo ver por internet. Hasta el logotipo del festival era más moderno que los diseñados hasta la fecha: el dibujo de unos labios se iba personalizando por países en la presentación de cada uno de ellos.

Después vino Dinamarca en 2001, Estonia en 2002 y Letonia en 2003. Fue en este último en el que, debido a desacuerdos organizativos entre la UER y LTV (la Televisión Pública de Letonia), se decidió sustituir a la cúpula organizativa letona por la sueca STV, con la ayuda de la Televisión de Estonia ETV. Esta crisis a solo unos meses de celebrarse el evento, fue lo que hizo replantearse a la UER la organización del festival.

En 2003 la UER decidió nombrar a un director de concurso: el sueco Sven Stojanovi?. Así, en 2004, Eurovisión experimenta un “renacimiento”, diseñándose tal y como lo conocemos hoy en día. El anfitrión fue Turquía (con su televisión pública TRT), pero realmente quien organizó ese festival fue el nuevo grupo técnico y artístico sueco.

La edición de ese año, contaba con un cambio de imagen en la puesta en escena, dando mayor protagonismo al escenario. Por primera vez se utilizó una gran pantalla LED de fondo para personalizar cada canción y se utilizaron las últimas tecnologías en iluminación de espectáculos, así como el uso de fuegos fríos para dar mayor énfasis a los momentos más álgidos de las canciones.

En cuanto a la realización, se intentó que hubiese una coherencia: cada actuación tenía una sincronización de los planos con la melodía. Se utilizaron hasta 18 cámaras, 3 cabezas calientes y 2 steadycam, con el fin de darle al espectador una sensación de que realmente estaba viendo un gran espectáculo televisivo.

Gracias a todos estos cambios, Eurovisión se ha convertido en el programa no deportivo de mayor audiencia a nivel mundial. A día de hoy la marca Eurovisión, es el poder de la imagen. Ya no es solo aquel festival de la canción que tímidamente nació en 1956 en Lugano (Suiza) y en el que cada país competía para ganar. Hoy Eurovisión es el mayor espectáculo televisivo que se realiza a nivel mundial.

Pero las novedades no solo se quedaron en 2004. Desde entonces y en cada nueva edición hay un esfuerzo por la renovación en las puestas en escena y en la realización de las actuaciones. Los escenarios se van actualizando e innovando año tras año, convirtiéndose el festival en un escaparate de las últimas novedades en imagen, iluminación y proyección.

La realización creada para la ganadora “Euphoria”, en 2012, se considera todo un hito, ya que fue la primera vez que se realizaba una canción en directo con una estética de videoclip. La puesta en escena y realización de la canción sueca marcaría escuela en la factoría eurovisiva. Todo un acierto.

2013 fue el primer año en el que se utilizó la técnica del mapping (proyección de imágenes de video sobre superficies reales para logar efectos de profundidad o movimiento) sobre el vestido de la representante moldava “La Roux”. Esta técnica empleada sobre las faldas o vestidos, la hemos podido ver también en siguientes ediciones. La última, el año pasado en Lisboa de la mano de la representante estonia.

La edición de Copenhague de 2014 puede presumir de considerarse la poseedora del mejor escenario diseñado hasta la fecha. La idea de remarcar al cantante por encima del escenario centró la atención en los verdaderos protagonistas: los artistas, cambiando así, el concepto llevado hasta el momento.

Esa edición albergó el mayor plano secuencia realizado en toda la historia de Eurovisión (la actuación íntegra estaba grabada en un solo plano sin cortes). “Calm after the storm”, del dúo holandés “The common linnets”, nos trasladaba a una atmósfera íntima y relajada.

Con el ruso Sergey Lazarev y “You are the only one” en 2016, se expondría una de las actuaciones con el uso del mapping más espectacular en toda la historia del festival. Un año antes, el sueco Mans Zemmerlow había ganado con “hero” de la mano de una actuación que se nutría de esta técnica. Un simpático garabato animado (fruto de la proyección sobre una pantalla), interactuaba con el cantante, haciendo que la puesta en escena fuera amena, simpática e hipnótica.