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PAULA ÁLVAREZ | Directora del Consejo Regulador de la IGP Faba Asturiana

"Solo quiero que el consumidor sepa que la faba de 6 euros es de Bolivia y la de aquí vale 12"

"Cuando supe que había conseguido el trabajo lloré: cambiaba mi vida y me emanciparía, como las amigas que no estudiaron"

Paula Álvarez, en Oviedo. LUISMA MURIAS

Paula Álvarez (Cangas del Narcea, 1983), ingeniera en industrias agroalimentarias y directora del Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Faba Asturiana.

- ¿Usted era de fabes?

-En el plato. En mi entorno no se siembran.

- ¿Es de campo?

-Mis padres son de Moreda. Mi padre, Tino, con 18 años, fue a trabajar a la mina a Cangas del Narcea, a dos horas y media de casa. Mi madre, Veli, era peluquera en la calle Uría de Oviedo y lo dejó para ir a Cangas. Montó una peluquería, le fue bien y mi padre rechazó venir a trabajar al pozo Santiago de Hunosa. Él está prejubilado y ella cerró la peluquería. Crecí en Cangas y mi hermano David y yo pasamos veranos, vacaciones y fiestas de guardar con los güelos en Moreda.

- ¿Por qué eligió tal carrera?

-Me gustaba, tenía futuro y mi pareja era ganadero. Inicié Forestales en Ponferrada, no me gustó y cambié a Industrias Agroalimentarias. Éramos 14. Daba Lácteas, Enología, Fitosanitarios... Estaba muy vinculada a denominaciones de origen en El Bierzo, donde hice prácticas de veedora y el trabajo fin de carrera.

- ¿Acertó en verle futuro?

-Nunca estuve al paro. Acabé la carrera en marzo de 2008 y a finales de año, trabajando en mediciones de fincas, vi que pedían un director técnico para la IGP de faba asturiana y dije "esta ye la mía".

- ¿Por qué?

-La peritación no me gustaba. Trabajaba en Oviedo, vivía en casa de mis padres, pero mi vida estaba en Cangas del Narcea, con Manuel, mi novio desde los 16 años. Con este trabajo llegaba a Grado y era la IGP de un producto emblemático de Asturias. Mis padres me llevaron a la selección de personal, en Asipo. Había noventa y tantos aspirantes.

- ¿Cómo fue?

-Oí que el anterior candidato, treinta y tantos años, traje y maletín, justificaba que el puesto era para él porque tenía la formación y porque el sector era machista y prefería un hombre. Yo, 25 años, camiseta, vaqueros y playeras me puse nerviosa no, lo siguiente.

- ¿Era su primera entrevista de trabajo?

-Sí. Cuando me preguntó por qué creía yo que él me debía contratar, empecé con lo que tenía preparado, pero cortocircuité y dije: "No soy capaz a vendeme, no sé si voy a cumplir todos los objetivos"... Se le escapó la risa y relajé... "Todo el mundo le dirá 'soy sincera y noble' y usted no sabe si es verdad o no, nunca estuve en un cargo de estos, pero sé que puedo y, si no, marcho yo antes de que usted me lo diga".

- ¿Qué creía al salir?

-Le dije a mi madre: "Mama, ta tol pescao vendido. Pa mí no ye". En diciembre hice otra entrevista directamente con la directiva. Quedábamos cuatro. Dije lo mismo, menos nerviosa.

- ¿Cuándo se supo elegida?

-El día después de Reyes, tomando un café con las amigas, me llamó Luis, el entrevistador. Me puse nerviosa, salí de la cafetería y metime en un portal para oír mejor. Me dijo "¿Tocote algo de la lotería del Niño?". Contesté que no, flipando. "Pues si quieres eres la próxima directora del Consejo Regulador". Cuando colgué me eché a llorar.

- ¿Por qué tanta emoción?

-Mi vida daba una vuelta. Tenía trabajo a una hora y diez de casa y pasando la Cabruñana, pero podía ir a vivir con Manuel. Mis amigas no habían estudiado, eran peluqueras o trabajaban en casa y yo era la última en todo.

- Lleva diez años.

-Antonio Iglesias, el primer presidente, me apoyó y enseñó muchísimo a tener tranquilidad. Soy una apasionada de les fabes, los productores y empresas son intocables, tengo disponibilidad para el Consejo... A veces soy más resolutiva de la cuenta, tengo carácter y no soy fácil de manipular.

- Tiene dos hijas.

-Planificando. Me casé en mayo de 2010 y al mes estaba embarazada. La faba se empieza a plantar ahora y se recoge en septiembre. Lo más gordo de inspección va de agosto a diciembre. Tenía que dar a luz antes de estar incorporada. Así fue con Laura, descansé un año y en 2013 tuve a Lucía. Mis padres ayudan porque Manuel tenía la ganadería y estaba de mecánico en Carbonar. Y mis suegros, también.

- ¿Es machista el campo?

-No y sí. En algún caso, contrato un inspector y a él lo tratan de usted y de ingeniero, que no tiene por qué serlo, y a mí, no. Me lo hacen hombres y mujeres.

- ¿Cuántas fabes certifican?

-Se producen 220 toneladas de faba dentro de la IGP y se certificaron 126. Hay 141 productores, cada vez menos, 28 empresas, y 164 hectáreas, cada vez más.

- ¿Les da para vivir?

-Cada vez tenemos más agricultores profesionales exclusivos. Son veintitantos, pero crecen. Entre los demás, suele fallar el relevo generacional.

- ¿A cuánto está el kilo?

-En torno a los 12 euros de toda la vida. Madrid lleva la mitad.

- ¿Y las que no se certifican?

-Se venden en mercado de confianza, a un restaurante, a una tienda. También hay esa otra venta de mercado, a granel, y con una paisana de mandil y madreñes que parece muy asturiano todo, pero a veces mete faba de Bolivia. Con esa faba se hacen las fabadas de menú. Yo solo quiero que el consumidor sepa que la faba de 6 euros es boliviana y la nuestra, de 12, producida aquí, certificada, con contraetiqueta.

- ¿Qué la encarece tanto?

-No hay máquina que la recoja y se hace a mano.

- ¿Los mayores productores?

-Están en Valdés, Navia y Coaña. Luego está Siero. Entre faba y verdina tiene 10 hectáreas. El mayor va a montar un centro de selección de legumbre en Jarrio, una inversión de 900.000 euros. Hay un grupo que comparte maquinaria.

- La verdina está en auge.

-Era típica del Oriente, donde casi no se cultiva. El Occidente ni la conocía y ahora la produce: no necesita entutorar en palos y tiene un ciclo de producción de 90 días y te da dinero antes. Llevamos 20 toneladas y solo la certificamos desde hace un año.

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