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SUSANA DE DIOS | Modista de alta costura

"Siempre tuve muchas dudas existenciales hasta que, hace tres años, encontré mi sitio"

"Dirigí el vestuario de la serie 'El chiringuito de Pepe' y pensé: 'Si esto es el éxito, exige un sacrificio que no le quiero dar'"

Susana de Dios, en Oviedo. IRMA COLLÍN

Susana de Dios (Oviedo, 1975), modista de alta costura, jefa de sastrería de la Ópera de Oviedo, tuvo a su segundo hijo, Roque, hace hoy nueve días. El mayor, Dimas, tiene veinte meses.

-Estoy en un momento de paz y lucidez y muy ilusionada. Encontré mi sitio. Soy muy familiar y había perdido un poco la esperanza de ser madre. Solo quiero gozar el momento. Lo que no me gusta lo dejo pasar y me concentro en vivir el momento.

- ¿Cuándo encontró su sitio?

-Hace tres años. He sido una persona con muchas dudas existenciales, extremadamente sensible para este mundo. Voy muy de frente y nunca entendí los rodeos ni los atajos. Confío porque sí y eso me ha provocado muchos quebraderos de cabeza. Ahora soy más madura, observo, tengo fortaleza y me encanto como soy. Me hago más vieja, pero nunca me encontré mejor en la vida. Me gustan mis arrugas.

- Porque no las tiene.

-Tengo muy buena genética, pero la felicidad da luz. Cuando ya te conoces, te abandonas un poco a la vida y empieza a traerte las cosas que son para ti. He ido detrás de cosas que no eran para mí y me he estrellado muchas veces.

- Por ejemplo.

-Hace seis años me ofrecieron dirigir el vestuario de "El chiringuito de Pepe", una serie para Telecinco. Fui a Madrid, hice la entrevista, me cogieron, el elenco de actores y el presupuesto eran importantes... Pero allí no disfrutaba nadie, era el infierno y tenías que pactar con el demonio. Me di cuenta: si esto es el éxito, exige un sacrificio que no le quiero dar.

- ¿Cómo llevó la decepción?

-Al principio tuve una depresión porque era la oportunidad de mi vida que se iba, pero yo no podía hacer nada... me trataron fatal.

- ¿Cómo salió?

-Con fortaleza. Volví a trabajar a Zebrastur, donde siempre me trataron de maravilla, e integré Oviedo, reconocí que me encanta mi ciudad. Mi profesión es la moda y siempre he tenido el sueño de poder fabricar desde aquí.

Susana es la mayor de dos hermanas de una familia leonesa. Su padre era policía nacional. Estudió en San Pedro de los Arcos, la Inmaculada y el Instituto de Ventanielles: "Me encanta aprender, siempre fui lectora y tuve inquietudes, pero el sistema no me gustaba y prefiero estudiar por mi cuenta. No tengo ningún título.

- Quiso estudiar Bellas Artes.

-Pero no pudo ser. Soy artista. Escribía poesía y pintaba en Taller 3 con Hugo O'Donell, Adolfo Manzano y Beatriz Gutiérrez, y aprendí mucho. Me decidí por la costura y aprendí de muchas modistas. Para mandar a alguien qué coser debía saber hacerlo.

- ¿Por qué eligió la costura?

-Me encanta la moda. Mis primeros recuerdos son jugando con los botones de mi madre, que, como todas las señoras de antes, sabía coser. Iba a las tiendas, hacía el dibujito de lo que le gustaba y lo hacía en casa. No lo creerás, llevé varias veces a Dimas a mi taller en Padre Suárez. El otro día, en casa, cogió un centímetro elástico, lo puso al cuello e imitó que medía. Me cayó la baba.

- ¿Cómo empezó?

-En una academia de Oviedo, con 20 años. "Quiero ser diseñadora". "¿Ah sí? Ven p'acá", me dijo Charo Carbajal. Me puso a coser en línea recta horas y horas. Fue dura conmigo, pero es mi referente. Domina la profesión como nadie y es una gran formadora en el amor al trabajo bien hecho. Descubrí la paciencia. Yo era superjoven y me costaba permanecer sentada. Me enseñó que si no está bien se descose y se vuelve a hacer. Repetía una y otra vez.

- ¡Qué japonés!

-Soy muy oriental. Para poner una cremallera en telas delicadas que no se pueden coser dos veces paso dos días o tres mentalizándome hasta que me pongo y sale a la primera. Ahora me maravilla lo que hacen mis manos.

- Ha vestido 20 cortos y 4 películas. ¿Cómo lo consiguió?

-No mucha gente se dedica al vestuario, tengo buen carácter y me apunto a un bombardeo.

- Tuvo tienda en Gijón.

-Desde 2007, dos meses antes de que Zapatero dijera que teníamos crisis. Aguanté 5 años, trabajando hasta arruinar la vida, de lunes a domingo, 14 horas al día. Cuando la dejé me llamó Zebra.

- ¿Cómo conoció a su marido?

-Hace 6 años. Nos conocíamos de vernos, pero apareció Cupido: en un momento le vi pasar y no nos separamos más. En mi vida las cosas son así. Ángel es ingeniero en EDP. Tengo la certeza de que es la persona correcta en mi vida, confío en él al cien por cien y siento que me va a querer siempre.

- Empezó en la ópera la temporada pasada.

-Es tremendo. En un mes tienes que probar el vestuario, como en "Tosca" y en "Carmen", a cien personas, organizar esas pruebas, hacer los arreglos y ver los imprevistos, porque a veces hay cosas que no valen y hay que confeccionar o comprar otras. Cada quince minutos pruebas a una persona del coro y luego a los solistas, que tienen que ir impecables.

- ¿Qué hay que tener?

-Cabeza fría, eficiencia en los arreglos y mucha mano izquierda. No quiero hacer otra cosa: quiero vivir en un cuarto en el teatro Campoamor.

- ¿Sufre su creatividad?

-Estoy haciendo un máster. Me viene gente de todo el mundo con su trabajo para que lo vea y pueda aprender. Quiero ser diseñadora de vestuario de ópera. Me encantan las cosas grandes: cien personas, qué felicidad.

- ¿"Maestros de la costura"?

-Vi la primera temporada porque me encantan Lorenzo Caprile, Palomo Spain y María Escoté. Es un formato de televisión y es todo falso. Un vestido no se hace en dos horas. Trivializa nuestro trabajo. Aprender a colocar bien unas mangas me costó años.

- ¿La gente viste mejor?

-Sí, pero se ha perdido la individualidad. Antes experimentábamos mucho más.

- Ha muerto Karl Lagerfeld. ¿Aún quiere dirigir Chanel?

-Lo decía en todas las entrevistas. Trabajar en una casa de ese calibre con los archivos que tiene... Chanel siempre me gustó; ahora soy más de Balenciaga.

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