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Poniente ya no nos quiere, por Franco Torre

No fue una conclusión perfecta, pero sí fue coherente con el desarrollo de la serie

Poniente ya no nos quiere, por Franco Torre

"Nadie está muy contento, así que supongo que debe de ser un buen compromiso". Las palabras de Tyrion Lannister, en una secuencia del último capítulo de "Juego de Tronos", parecen describir las sensaciones de los seguidores ante el cierre de la saga: probablemente no es el final soñado por la gran mayoría de los espectadores, pero no es un mal final. Es más: sin ser una conclusión perfecta, es profundamente coherente con el desarrollo de la serie, especialmente en sus tres últimas temporadas. Cuando los títulos de crédito emergen en la pantalla, da la sensación de que todos los personajes han acabado donde deben estar.

Esto no servirá de consuelo a esa parte de los aficionados que aún lamentan la evolución de Daenerys Targaryen. Más de 1,2 millones de personas han firmado ya una petición en la plataforma change.org para que HBO rehaga la última temporada. El argumento: carentes del firme apoyo que aportaban en sus primeras temporadas los libros de George R. R. Martin, los showrunners de la serie más popular y exitosa de nuestro tiempo (y probablemente de la historia de le televisión), David Benioff y D. B. Weiss, se han revelado a ojos de este millón y pico de espectadores como unos "incompetentes". La realidad: probablemente quisieran para la Reina Dragón un final con más "reina" y menos "dragón".

"Poniente ya no nos quiere", parecen decir estos aficionados que, ilusoriamente, esperaban un "happy end" para la saga. No debe haber muchos ejemplos mejores que esa petición para rehacer la temporada final de "Juego de Tronos" para describir la infantilidad y la nula tolerancia a la frustración de la sociedad contemporánea. Ya puestos, podrían pedir un final alternativo para "Casablanca" en el que -alerta, spoiler- Ilsa pase de Victor Laszlo y se quede con Rick.

Se necesita un poco de perspectiva. "¿Qué hay al oeste de Poniente?", pregunta Arya, en este episodio final. Ahí estamos ahora, al oeste de Poniente. No sabemos si "Juego de Tronos" redefinirá la ficción catódica de las próximas décadas, si iremos hacia epopeyas cada vez mayores, o si hemos visto el cenit de una forma de entender la ficción audiovisual. Porque "Juego de Tronos" ha logrado reunir una audiencia global no ya ante una emisión de un programa en directo, sino ante el mero hecho de la "liberación" de diversos capítulos y, especialmente, de esta última entrega: millones de personas, en todo el mundo, se conectaron al mismo tiempo, desoyendo los usos horarios, para ver el final de la saga que marcará a toda una generación. Más allá de polémicas estériles, de lo que no hay duda es que "Juego de Tronos" es ya historia de la televisión.

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