Un mal día, Amin Sheikk estaba en su trabajo y cometió un error. Tenía 5 años. Sí, estaba en su trabajo con 5 años. Aquel día rompió unos vasos y no se atrevió a volver a casa. Lo que le esperaba era mucho más que una bronca paterna. Aquel niño de 5 años se convirtió aquella misma noche en un niño de la calle en su Bombay natal.

"No hay nada que no haya hecho y nada que no me haya pasado" entre los 5 y los 8 años. En ese "nada" incluye "violaciones, malos tratos, drogas, alcohol, robos, buscar comida en la basura..." y un etcétera tan largo que da pavor. Lo contará hoy, a las 19.00 horas, en Oviedo, en El Manglar (Martínez Vigil, 14), y mañana en Gijón (19.30 horas, Green Zone Bio, Marqués de Casa Valdés, 14).

Con 8 años Amin entró en un orfanato. Aquello le salvó la vida. Con la mayoría de edad todo regresó diez años atrás. A los 18 años tenía que abandonar el orfanato y sus responsables estaban felices porque habían encontrado a su familia; Amin podía regresar a casa, con su padre y su madre. "Había encontrado a mi hermana y estábamos juntos en el orfanato. Ninguno de los dos queríamos regresar a casa y ella me culpaba", explica Amin. No lo hicieron, no volvieron a ver a sus padres y se quedaron de nuevo viviendo en la calle durante un año. Amin se buscó la vida como pudo. Vendía periódicos, limpiaba coches, "hasta que logré un trabajo de taxista ilegal, no tenía papeles ni carné de conducir", explica.

El joven luchaba por no volver a caer en las drogas, por no tener que robar, y un día recibió la llamada del director del orfanato. El hombre no quería que el chico siguiese en la calle y le había conseguido un trabajo "de chico para todo" con un importante diseñador gráfico. Amin "tenía que limpiar, cocinar, hacer de chófer y hablar en inglés, que no sabía ni una palabra". Pensó que no iba a durar nada, pero se fue adaptando. Su jefe recibía visitas de todo el mundo y la mente de Amin se fue abriendo. En 2013 y como regalo de las Navidades anteriores, Amin viajó a Barcelona. Alucinó. "En el trayecto desde El Prat a Sarriá, donde me alojaba, me sorprendió muchísimo que no había gente viviendo en la calle". Y eso es lo que quiere conseguir, que ningún niño viva en la calle. En Oviedo y Gijón presentará el libro en el que cuenta su historia y narra cómo logró abrir en Bombay un café librería en el que trabajan niños de la calle, "el único en el que puede entrar gente de todas las castas".