Faltan ocho minutos para que Jordi Gracia, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Barcelona, entre en la reunión del jurado del premio "Princesa de Asturias" de las Letras. Su primera vez. Pero ocho minutos con el autor de "Contra la izquierda" dan para mucho. Tic tac, tic tac.
- ¿En que han cambiado las cosas desde que se publicó?
-En que se ha convertido en perfectamente inútil, el libro de futuro más corto que he escrito. Ya está amortizado, porque buena parte de lo que reclamaba en ese panfleto ha acabado sucediendo. Las reclamaciones se han convertido en reales. Hablando con la editora le dije: no vale la pena que lo reeditemos.
- Todo va deprisa, deprisa...
-Está bien que se haya ido tan rápido y que haya sucedido de veras porque la situación era mucho más grave hace 8 ó 9 meses. Lo que ha cambiado es un clima social y de debate que está favoreciendo centrar la resolución de problemas, que no son solo Cataluña, sino también una desigualdad salvaje como la que han vivido las clases medias españolas, y ya no te cuento por debajo de ellas, en la última década. Las condiciones para intentar aproximarse a soluciones verosímiles están puestas ahora.
- ¿Las elecciones generales cambiaron el escenario?
-Han servido de lección para que esa derecha que parece que se subía al monte otra vez se haya dado cuenta de que la sociedad española, incluso sus votantes, no ha sido particularmente sensible a esa radicalidad de discurso y a esa demonización del que piensa de otra manera. La ferocidad en la escena pública quizá demuestra que se digirió bien la moción de censura hace unos meses.
- Pragmatismo político en las urnas. ¿Calará en Cataluña?
-Basicamente sí, pero no lo pueden exhibir, y mucho menos en campaña electoral. Es difícil negar que están puestas las condiciones con un gobierno socialista respaldado o apoyado por Podemos para encontrar alguna vía de salida racional y no traumática a un conflicto tan grave como que haya dos millones de catalanes que prefieren independizarse. Eso es un problema político de primera magnitud y la única vía es ofrecer soluciones distintas a la A o a la B porque por en medio hay un amplio abanico. ¿Cuál es el problema real? Que al independentismo unilateralista esas soluciones posibles les complican enormemente la vida. La pregunta ha de ser: ¿cuánto independentismo unilateralista hay ahora? Recordar que sigue siendo claramente minoritario. Por tanto, una aproximacion justa a la realidad nos ayudaría a encontrar soluciones intermedias que no sean ni la aplicación aberrante del 155 porque sí, sin ninguna causa, o el unilateralismo por el lado independentista.
- El independentismo se hace con la Cámara de Comercio...
-Es importante, pero quienes conocen mejor el caso aluden a que tuvieron una capacidad de movilización y táctica más inteligente y hábil que los contrarios. Y a lo mejor hubo dejación de funciones en los otros.
- ¿Tenía miedo a Vox?
-Confieso que no. Nunca vi una candidatura capaz de equiparar los resultados de Italia o Francia. El diez por ciento es su techo. Las condiciones objetivas eran óptimas para que se disparase. ¿Es preocupante? Claro, no frivolizo el fenómeno Vox. El domingo creo que el voto estará por debajo en términos absolutos del resultado en las generales. La memoria de la dictadura aún está demasiado caliente, solo hace 40 años de ella, en el resto de Europa el fin de los totalitarismos sucedió hace 80.
- ¿Y Podemos tocó fondo?
-El problema más grave de Podemos es el PSOE de Pedro Sánchez. De haber ganado una candidatura alternativa para la secretaría general probablemente Podemos tenía recorrido. Ahora su principal conflicto es que con este partido socialista su maniobrabilidad para crecer se va reduciendo mucho.
- ¿El PP llega a tiempo para detener la hemorragia?
-¿Puede ser creíble esta reconversión de golpe porque los resultados le han ido mal? La credibilidad de Pablo Casado está tocada. Dejémoslo así.
