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Regreso al futuro

La "supervista" acaba con la realidad

La tecnología emergente de la visión por computadora permitirá "personalizar" todo lo que vemos en tiempo real

Un ejemplo de manipulación digital para un "deepfake".

La realidad será una de las víctimas de la revolución digital. Pronto será imposible diferenciar qué es real y qué no. Ya tenemos aquí, en nuestros móviles, las aplicaciones que permiten crear "deepfakes", mentiras profundas, vídeos falsos muy auténticos. Los "deepfakes" -cuyo primer uso popular fue la creación de porno protagonizado por actrices famosas- ya se han convertido en delito en estados norteamericanos como Texas y Virginia, y han sido identificados como uno de los factores de riesgo de cara a las próximas elecciones de 2020 en EE UU, por su alta capacidad para desatar la confusión política. La revista "Quartz" informa de los planes de Google, Facebook y del departamento de Defensa de EE UU para desarrollar nuevas herramientas digitales que permiten identificar automáticamente esos vídeos engañosos y evitar su difusión por internet. No obstante, los expertos advierten de que la "deepfakery", la tecnología de fabricación de vídeos falsos, siempre irá más rápido que los métodos para detectarla. Por ello será necesario recurrir a las dos máquinas más avanzada de la que disponemos hasta el momento: el ojo y el cerebro humanos, que unidos a la experiencia aún son capaces de hilar lo suficientemente fino como para identificar la falsificación digital urdida por cualquier algoritmo.

Todo eso tendrá sentido si al ser humano le sigue interesando aferrarse de vez en cuando a la cruda realidad. Algo está por ver. La revista "Wired" asegura que una de las tecnologías con más futuro -y más mercado potencial, 30.000 millones de dólares para 2025- es la visión por computadora, o "supervista". Un ejemplo: el desarrollo de gafas con unidades de procesamiento gráfico que nos permitan "personalizar" todo lo que estamos viendo en tiempo real. Si a usted, como a cierto alcalde, le molestan las baldosas rotas o los bancos urbanos pintados con los colores del movimiento LGTB, estas gafas le mostrarán el pavimento en perfecto estado y el mobiliario urbano pintado del marrón tradicional. Usted podrá "editar" qué quiere ver y qué, o a quién, desea perder de vista. Bastará con introducir la preferencia en sus gafas mágicas y esa persona indeseada se convertirá en alguien completamente transparente para usted. Hay empresas como Maggic Leap que ya han recaudado 2,3 millones de dólares para desarrollar esas gafas de "realidad mixta", informa "Wired".

Todo este desarrollo tiene, evidentemente, un lado oscuro. En primer lugar, la visión por computadora funciona igualmente en la dirección contraria. No solo para ver "más". También para ser vistos "mejor": comporta la implantación de cámaras alimentadas por inteligencia artificial muy efectivas en labores de vigilancia ciudadana. En segundo lugar, la "personalización" de la realidad abre otras incógnitas, como la brecha que puede crearse entre los humanos que tengan acceso a la "supervista" y los que no puedan pagársela. O cómo puede afectar a nuestras habilidades cognitivas disponer de unos lentes tan sabihondos que harán tanto por nosotros. Pero, sobre todo, ¿si hoy cada uno de nosotros ya tiene su punto de vista, qué ocurrirá cuando le añadamos ese filtro de color digital? ¿Cómo llegaremos a ponernos de acuerdo?

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