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"Rinaldo" será una ópera de cine

Los efectos especiales cinematográficos harán de la obra de Händel que se estrena mañana una fantástica aventura

El director musical Aarón Zapico.

"Rinaldo", la ópera de Händel que se estrena mañana domingo en el Campoamor, a las 19 horas, tendrá mucho sabor a cine, por le uso de cromas, unas pantallas azules o verdes utilizadas habitualmente por los medios audiovisuales, con las que se logran superponer imágenes. Esto servirá para que el público que siga la representación vea, en una pantallas posterior, a los cantantes que ve sobre el escenario incrustados en fantásticos ambientes del tiempo de las Cruzadas.

En una ópera barroca como es ésta, explica el director de escena de "Rinaldo", Kobie van Rensburg, la utilización de efectos especiales en el teatro y un gran despliegue de maquinaria eran recursos habituales para conmover al público. "Pero eso es algo que hoy en día no podemos permitirnos económicamente en los teatros. Al contrario de lo que ocurre con la industria cinematográfica, que sí dispone de grandes presupuestos", añade. Para compensarlo, ha recurrido al croma. Y así el escenario que propone Van Rensburg es virtual "para poder dar cabida a las escenas de magia. Es una buena forma de contar una historia con muchas escenas que transcurre en lugares distintos. Y todo con un presupuesto muy limitado".

Los cromas son elementos muy utilizados en el cine. "Todas las películas actuales recurren a ellos y destinan largos periodos de tiempo a investigar y desarrollar la tecnología necesaria para que el resultado sea óptimo", explica el director de escena de "Rinaldo", cuya dirección musical corre a cargo del asturiano Aarón Zapico. Asegura Van Rensburg que lo que más le atrae en el uso de cromas y proyecciones es el reto de hacerlas en directo delante del público. "Cualquier cosa se puede desajustar e ir mal en cualquier momento. Todo tiene que ir en tiempo y absolutamente perfecto, si no es un desastre. Y además hay que tener en cuenta que "contamos con medios limitados".

Van Rensburg no quiere convertir el teatro de ópera en un cine. "Quiero que el público disfrute de la experiencia teatral en vivo". Explica que incluso la naturaleza de ambos géneros es muy distinta, porque "si en el cine la cámara sigue a los personajes, aquí tienen un punto fijo". Añade también que los medios con los que cuentan son tres cámaras comerciales, "de ésas que cualquier usuario puede comprar, no profesionales, porque nos permiten añadir los efectos a las imágenes y jugar con ellas". Las cámaras ofrecen en todo momento un primer plano de los cantantes. "Le da al público una perspectiva nueva de todos los gestos que llevan a cabo los cantantes", explica Van Rensburg. Gracias a ello se consigue una conexión mucho más íntima con el público que en una representación operística convencional.

Lo que más preocupaba a Van Rensburg era el desfase temporal que se podría dar entre el sonido en directo y la proyección de imágenes. "Pero al final conseguimos solucionarlo. Todavía hay algo de desfase, pero con la distancia se ha solucionado", asegura.

Es la tercera producción operística que Kobie van Rensburg dirige con estos procedimientos. Su primer experimento fue con "El barbero de Sevilla", pero también preparó dos óperas en pastiche, es decir utilizando arias de otras composiciones, que él mismo diseñó para tratar temas sociales como el drama de los refugiados y las tragedias que suceden en el Mediterráneo. "Son obras con una tendencia política muy marcada, pero que funcionan muy bien con esta técnica escénica".

En el Teatro de Chemnitz, además de "Rinaldo" también aplicó el trabajo con cromas a "La flauta mágica". Ésta última ambientada en la saga de "Star Wars", con Pamina ataviada como la Princesa Leia. "Vestimos a la Reina de la Noche como Darth Vader y cuando salía a escena decía 'Pamina, yo soy tu madre'. El público se reía durante seis o siete minutos. Tuvimos mucho éxito con esta producción", comenta entre risas.

"Me encanta testar el sentido del humor en el público". Para el Festival de ópera de Halle, la ciudad natal de Händel, participó en una ópera suya que se titula "Atalanta". Aprovechando la coyuntura de que algunas escenas transcurren bajo el agua, "propusimos una escenografía muy inspirada en el buceo y en la película 'Tiburón'". Los trabajos de Spielberg le han marcado mucho desde muy joven, explica. "Todavía sigo trabajando en mis traumas con los tiburones".

Se considera un afortunado porque Chemnitz es un lugar muy abierto que no le da miedo a la hora de innovar. Después del éxito que obtuvo con "La Cenerentola" cree que puede "hacer algo salvaje y nuevo que tenga éxito". En su opinión, esa es la "mejor forma que hemos encontrado para traer a las generaciones más jóvenes al teatro". En el caso de "La flauta mágica" "la gente se volvió loca, teníamos todos los días el teatro lleno y tuvimos que ampliar las representaciones y seguía lleno". Era esa gente joven quien quería verlo, pero también es consciente de que son muchos los aficionados más tradicionales los que "tienen miedo a este tipo de representaciones y deciden no venir tan siquiera a verlas. La ópera tiene cabida para todo el mundo".

El ilusionismo va asociado a la hechicera Armida, una de las protagonistas de esta ópera, y a las transformaciones que lleva a cabo para conseguir el amor de Rinaldo. "Todo su poder reside en la destreza de crear ilusiones", y como consecuencia de esto gran parte de la ópera transcurre entre "la realidad y la ficción, la verdad y la mentira", dice Van Rensburg. Y precisamente eso es lo que se verá en escena.

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