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Ingeniero agrónomo, experto en sociología rural, y marido de Sandra Myrna Díaz

Daniel Cáceres: "En épocas en las que la economía va mal la gente suele volver a vivir al campo"

"En Argentina las plantaciones de soja y maíz han expulsado a los campesinos, que acaban en los cinturones de pobreza de las ciudades"

Daniel Mario Cáceres, ayer, en Oviedo. FERNANDO RODRÍGUEZ

Daniel Mario Cáceres se define como un especialista en sociología rural. Es ingeniero agrónomo de formación y profesor en la Universidad de Córdoba en Argentina. Ha dedicado los últimos años de su vida a estudiar el impacto social y económico que las enormes plantaciones de soja y maíz que invaden las zonas rurales de Argentina tienen sobre la población. "Un desierto verde", dice. Es también el marido de Sandra Myrna Díaz, premio "Princesa de Asturias" de Investigación Científica y Técnica.

- ¿Qué hace un sociólogo rural?

-Estudio los impactos de la expansión de una agricultura industrial basada en monocultivos de maíz y soja. Son grandes extensiones que voltean el bosque nativo y con él a todas las comunidades que allí vivían, sociedades campesinas, pequeños productores, pueblos indígenas? que ahora no tienen dónde vivir. Ese modelo se expandió de una forma muy rápida en Argentina generando una serie de consecuencias muy graves.

- ¿Cuáles?

-El modelo ha sido muy exitoso en instalar una narrativa que se basa en una idea moral, otra de sostenibilidad y una última de progreso. La primera tiene que ver con la concepción de que desde Argentina tenemos que alimentar el mundo y que eso es un deber moral. Es una falacia.

- ¿La segunda y tercera también son falsas?

-Se ha creado la idea de que la agricultura que llevamos en Argentina es sostenible. Pero es una industria que usa cada vez más químicos. Nosotros (su grupo de investigación) hicimos un estudio comparando el uso de agroquímicas en tres periodos diferentes, en 1990, en el 2000 y en 2015, y vimos que se han aumentado las dosis porque, por ejemplo, la maleza se ha vuelto más resistente al glifosato (un herbicida). Y el tercer elemento tiene que ver con el progreso. Quienes han impulsado ese modelo han instalado la idea de que ésta es una agricultura basada en la ciencia del conocimiento y que es el único camino a seguir. Lo cual también es falso porque aquí en Europa no usan transgénicos y no hacen el tipo de agricultura de allá.

- Ese tipo de agricultura que describe parece muy nocivo.

-Llama la atención lo rápido que este modelo se ha expandido y el poco espacio que deja para otras alternativas. Reemplazar bosques por estas extensiones de plantaciones de soja y maíz hace que se conserve poco carbono y se creen unos problemas locales, el más común es el de las inundaciones, y otros más globales porque el carbono una vez que va a la atmósfera es ya un problema de todos. Pero los productores, que son grandes corporaciones, ya tienen dudas porque sus ganancias se están viendo afectadas, tienen que gastar cada vez más en herbicidas.

- ¿Todo esto qué efectos tiene sobre la población rural?

-El despoblamiento. La gente a la que se expulsa son campesinos o pueblos indígenas pobres que lo único que saben es trabajar en el campo, cazar o pescar, y esa gente cuando tiene que emigrar no tiene habilidades para trabajar, por lo que generalmente terminan en los cinturones de pobreza de las grandes ciudades. Allí viven en condiciones muy precarias y eso hace que terminen mal.

- ¿La expansión de la agricultura industrial está creando alimentos de peor calidad?

-Acá (en España) los alimentos son mejor que allá debido a la cantidad de agroquímicos que usamos. Además, dicen que producimos alimentos para 400 millones de personas, pero ¿quién come soja y maíz? Una gran parte se va para raciones de animales en Europa o China y otra parte para biocombustible. Las raciones de animales son para producir carne para que coman los ricos, los pobres no comen carne, ni tampoco tienen auto. Así que gran parte de lo que producimos nosotros no es realmente comida. Yo aquí veo mucha diversidad de alimentos. Allá solo de soja tenemos 20 millones de hectáreas. Son desiertos verdes. Es una agricultura que no genera empleo.

- Tiene estudios también sobre las cabras y su impacto en el medio rural ¿En qué consistieron?

-En los 80 empezamos con las investigaciones en el noroeste de la provincia de Córdoba con unos campesinos rurales que tenían a las cabras como su actividad principal. Pero también hacían otro tipo de actividades, como artesanía. Trabajamos muchos años con ellos apoyándolos con el tema de las cabras y armamos un sistema de pequeños créditos que ellos mismos pudieran manejar.

- ¿Qué fue de ellos?

-Aún tenemos contacto. Son de los pocos que se han salvado de este proceso, pero no por nuestro trabajo sino porque están una zona montañosa donde no se puede sembrar soja. Eso les salvó. Esa comunidad ha cambiado mucho y hay mucha gente que vive allí. Sorprendentemente ha seguido un modelo contra cíclico. Generalmente, la emigración campo ciudad se mueve se mueve de manera contra cíclica al crecimiento de la economía. En épocas en las que la economía va mal la gente vuelve al campo, si es que tiene a dónde volver.

- Da la impresión de que Argentina vive siempre en crisis.

-Eso hay dos formas de analizarlo. Una es que hay crisis cíclicas. Y otra que las crisis vienen cuando vienen determinados gobiernos. No se si me explico.

- Expláyese si quiere.

-Tuvimos en la época de los noventa un dominio de políticas neoliberales y eso estalló y ahora con este Gobierno, también de corte neoliberal, está pasando lo mismo. Nos hemos endeudado mucho, se ha destruido la industria y generado pobreza.

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