El realizador austriaco Andreas Horvath acredita una sólida carrera como documentalista. En 2015 firmó, por ejemplo, el elogiado "Helmut Berger, actor". Fue una de las más aplaudidas sorpresas de la última "Quincena de realizadores", en Cannes, por "El viaje de Lillian", que compite en la sección oficial del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX). Es su primera obra de ficción, aunque el cineasta admitió ayer que también se ha servido de sus sabidurías como documentalista: "Es una película que habla de nuestros sueños, así que quería rodarla como si fuera un cuento de hadas".

Andreas Horvath habló ayer de su película junto a la protagonista absoluta de la obra, la actriz Patrycja Planik. Ambos comparten una sostenida dedicación a la fotografía y nueve meses de duro rodaje para contar con imágenes (nunca mejor dicho) un extraño viaje, una odisea contemporánea -inspirada en otra real- por la América "trumpiana": Lillian Alling decidió en 1926 abandonar Nueva York, donde había emigrado su familia, para regresar al hogar ruso-polaco a pie y a través de Canadá, Alaska y el Estrecho de Bering.

"Quedé abrumada por esta experiencia, que era la primera ante la cámara; a partir de esta película sé que me gusta estar ahí", explicó Patrycja Planik, elegida entre setecientas candidatas para encarnar a la Lillian traída a nuestros días. "Estuve nueve meses fuera de casa porque quería saber cómo fue la experiencia de Lillian, aunque no tenía intención de recrear al personaje original; lo que se ve en la película es lo que me ha pasado a mí en ese viaje: viví la experiencia de la soledad, semanas sin cortarme en el pelo, con los cabellos sucios", añadió la actriz. A ésta, según explicó, le costó desprenderse de esta historia visualmente poderosa en la que su director aprovecha, como buen documentalista, todo lo que le sale en el camino, incluido un sheriff. Andreas Horvath evitó relacionar su filme con las historias de emigrantes que recorren miles de kilómetros: "Quería algo más abstracto e intemporal".