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PEDRO COSTA | Cineasta, compite en la sección oficial con "Vitalina Varela"

"Mis películas son un murmullo contra la injusticia del mundo"

"Vitalina Varela fue una de las razones, desde su pequeño papel en 'Cavalo Dinheiro', para rodar esta obra; sentí que tenía talento"

Pedro Costa, ayer, en el hotel gijonés donde se aloja. ÁNGEL GONZÁLEZ

A sus 60 años, el lisboeta Pedro Costa es uno de los maestros del cine europeo por la potencia de sus propuestas fílmicas. Compite en la sección oficial del Festival de Gijón (FICX) con la elogiada "Vitalina Varela", una de las firmes candidatas a hacerse con alguno de los galardones de la gran cita cinematográfica asturiana. Como muchos portugueses, habla el español y tiene la deferencia de utilizarlo en esta entrevista, recién llegado de Barcelona para presentar su filme.

-Acude a Gijón con el premio "Leopardo de oro", de Locarno, a la mejor película y a la mejor actriz. ¿Satisfecho con la recepción de "Vitalina Varela"?

-Sí, aunque no esperaba ese reconocimiento a mi cine.

-El origen de "Vitalina Varela" está en su anterior obra, "Cavalo dinheiro". ¿Por qué decidió retomar ese personaje?

-Estoy interesado, desde hace años, por el proceso de la emigración caboverdina a Lisboa, a Europa. Hice tres películas sobre eso, pero desde el lado masculino. Así que con "Vitalina" he querido ver la parte femenina. Los hombres partían y las mujeres quedaban esperando. Es un clásico de la sociología. Al conocer a Vitalina quise contar la historia de estas mujeres olvidadas, postergadas.

-¿Ese personaje se puede interpretar como un símbolo de la relación colonial de Portugal?

-Forma parte de una comunidad olvidada, marginada, explotada, acusada injustamente. Más que un símbolo, es una voz. Igual ocurrió con España y sus colonias. Los caboverdianos hablan criollo.

-¿Hay en la obra un intento de contar una relación frustrada con ese mundo que es, en buena parte, también portugués?

-No iría tan lejos. Es un caso muy particular. Lo que se habla en la película es criollo caboverdiano. Al contrario que, no sé, Uruguay, el Congo... no había caboverdianos antes del siglo XVI. Era un archipiélago sin habitar. Cabo Verde es el resultado de una mezcla de esclavos africanos, marineros de la aristocracia portuguesa, más españoles, holandeses... Durante años fue el mayor mercado mundial de esclavos: los portugueses vendían, los españoles compraban, los holandeses recompraban, y así. Antes hablábamos de Cesária Évora: es evidente que en su música hay mucho del fado, de la melancolía. Somos sus padres, realmente.

-La crítica elogia la interpretación de Vitalina Varela...

-Pero no es actriz, bueno, ahora sí.

-¿Le ha sorprendido?

-El premio, sí, no lo que hace en la película. Ella fue una de las razones, a partir de su pequeño papel en "Cavalo Dinheiro", para rodar "Vitalina Varela". Sentí que tenía capacidad y talento para hacer algo más largo.

-Vuelve al barrio lisboeta de Fontainhas. ¿Un espacio urbano y humano que funciona como metáfora?

-Es un barrio demolido y sus vecinos fueron realojados Era un gueto; su gente se autoorganizaba y había una imitación de Cabo Verde, pero siempre con trazos clandestinos y una economía marginal. Para mí, más que una metáfora era un fracaso de la sociedad portuguesa en atender, integrar, resolver el problema de la emigración pobre, humilde.

- En ese sentido, ¿su cine se puede ver como un clamor contra la injusticia?

-Más que un clamor, un murmullo contra las injusticias del mundo. Me gusta más lo de murmullo, que puede ser algo eficaz.

-Los españoles somos, quizás, más "clamorosos"...

-No lo voy a negar. Los restaurantes de Lisboa cambian cuando ustedes entran.

- ¿Por qué ese gusto suyo por el claroscuro, que se ha convertido en una marca de estilo?

-Es sencillo: empecé a trabajar en Fontainhas en los noventa, solo, sin equipo, con cámaras de vídeo. Aquello me facilitó las cosas y me gustó. Fui perfeccionando un poco, aunque mi equipo es de cuatro personas. El claroscuro es resultado de la materia digital, que era más pobre, dura, comparada con las antiguas películas. Pensé que era mejor no insistir en los detalles, captar los contrastes entre la luz y la sombra. Y así continuamos.

-¿De la necesidad, virtud?

-Claro, como esos grupos de rock con guitarra y batería. No hace falta ser "Pink Floyd".

-¿Planifica mucho?

-No escribo. Somos cuatro, así que calculo el dinero para pagar salarios un año y empiezo a rodar. El propio rodaje propone cosas.

-¿Se siente a gusto dentro de lo que los estudiosos llaman "cine directo", un nuevo realismo?

-Ese cine directo tiene que ver con la espontaneidad, con captar la cotidianidad, pero nosotros trabajamos mucho cada plano, cada momento de la película. Repetimos, elaboramos, todo bastante convencional.

- Pero la suya es una mirada de raíz realista...

-El cine no puede ser otra cosa que realista, salvo si uno hace películas experimentales.

-¿Se siente heredero del gran maestro Manoel de Oliveira?

-Sí, me gusta mucho. Más que un discípulo, fui su amigo. He aprendido mucho de él.

-¿Con qué proyectos está?

-Cosas pendientes con "Vitalina Varela" Después me pondré con un grupo de música barroca. Otro proyecto: queremos hacer un espectáculo teatral.

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