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DENIS KOZHUKHIN | Pianista, actúa con la OSPA

"El piano no es solo virtuosismo; creo que la técnica pura es algo vacío"

"El concierto de Liszt tiene saltos, escalas, octavas, ruido en el buen sentido, pero también cosas líricas y filosofía"

El pianista Denis Kozhukhin, en un camerino del Auditorio. L. MURIAS

El pianista ruso Denis Kozhukhin, que reside actualmente en Berlín, visita estos días Asturias para acompañar a la OSPA en dos conciertos con el primer concierto para piano de Franz Liszt. El primero tuvo lugar ayer en Avilés y el segundo será hoy a las ocho de la tarde en el auditorio de Oviedo. Además, la orquesta, dirigida por Garret Keast, interpretará dos obras de Beethoven: "Las criaturas de Prometeo" y la Tercera Sinfonía. Kozhukhin tiene una relación muy estrecha con España, porque estudió siete años en el Conservatorio Reina Sofía de Madrid.

- Conoce bien al público español. ¿Cómo es?

-Es difícil de decir. Cada país es diferente. Incluso en la misma ciudad el público es diferente. La semana pasada hice este mismo concierto tres veces en Viena y cada vez era distinto. Pero España es como mi segunda casa. Hubo unos años que por alguna razón no venía mucho y me sentía muy triste. Empecé a venir y me siento en casa.

- Liszt siempre se ha caracterizado por un virtuosismo extraordinario, y esa dificultad técnica quizá deje ocultas cosas como la belleza o la emoción.

-Hay gente que, si se entera que el concierto es de Liszt, no va. Puedo entender por qué, y creo que la culpa la tenemos los pianistas. Muchas veces nos involucramos tanto con las dificultades técnicas que nos olvidamos de que son solo herramientas. Cuando somos jóvenes y entramos en el mundo de los concursos, los estudios se toman como una prueba de que puedes tocar rápido y fuerte, y no cansarte. Técnica pura. Hay estudios que son así, pero no los de Liszt, ni Rachmaninov ni Chopin.

- ¿Y qué diría de este concierto en particular?

-Que tiene de todo. Hay saltos, escalas, octavas, ruido en el buen sentido, pero también cosas líricas, filosofía. Por mi parte, hago todo para darle el mérito que merece. Creo que se pude convencer a la gente si crees en lo que haces y lo haces seriamente. No se trata solo de virtuosismo. Además, hoy en día con eso no sorprendes a nadie. Yo creo que la técnica pura es algo vacío.

- ¿Qué hay entonces más allá de la técnica?

-Crear un sonido individual, cantar con el piano, eso es técnica también. Es lo que necesitamos. Si vas a diez conciertos y suenan igual es como si hablas con diez personas y todas te dicen lo mismo. Buscar la propia voz es parte del trabajo, y es muy importante explicarlo a la gente joven, para que no crean que solo se trata de ejercicios y escalas.

- ¿Tiene algún compositor favorito?

-Sí. Uno que no ha escrito nada para piano: Mahler. Para mí es muy especial. Bromas aparte, es muy difícil nombrar. Alguien dijo que su autor favorito es el que está tocando en cada momento. Está bien aunque es un poco exagerado, porque yo he tocado cosas que no me gustaban. Yo tengo un repertorio muy amplio, siempre estoy en búsqueda de cosas nuevas y hago música moderna y contemporánea.

- ¿Y nunca pensó pasarse a otros géneros como el jazz?

-En el Reina Sofía teníamos clases de improvisación, y mi profesor decía que yo era muy bueno. No le creí nunca. Yo me sentía fatal improvisando, pensaba que todo lo que salía de mis dedos era una chapuza. Solo improvisé una vez. En los años de la escuela en España tenía un trío con dos hermanos gemelos españoles. Un día celebramos su cumpleaños y después de cenar vieron que había un piano y me pidieron por favor que improvisase. Salí, lo hice, cerré el piano, les dije: "No se lo contéis a nadie", y no lo volví a hacer. Me gusta hacer lo que creo puedo hacer bien. En lo demás hay muchos que pueden hacerlo mejor.

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