Una exploración de la inteligencia artificial a través del arte. Ese es el leitmotiv de la muestra "Deus ex machina" que se puede visitar, hasta el próximo 16 de mayo, en Laboral Centro de Arte, en Gijón. Una docena de piezas e instalaciones de diferentes artistas que buscan ahondar en las bondades y riesgos de las nuevas tecnologías.

Dibujos generados por un ordenador que toma sus propias decisiones gracias a un programa ideado por el artista Harold Cohen, una máquina que "piensa" cómo componer una imagen; un vídeo creado por Pinar Yoldas sobre un futuro distópico en el que una inteligencia artificial en forma de gato domina una ciudad o una instalación interactiva donde nos enfrentamos a un personaje generador por esta tecnología que predice nuestros movimientos, ideada por Christa Sommerer y Laurent Mignonneau, son algunas de las piezas que se pueden ver. "Los artistas que trabajan con nuevas tecnologías nos ofrecen un marco cultural para entender estas tecnologías, alejadas de las empresas que quieren que nos entusiasmemos con ello y seamos consumidores y proveedores de datos", explica Pau Waelder, uno de los comisarios de la exposición, junto a Karin Ohlenschläger, que enfatiza que "las obras nos ayudan a tener esa perspectiva crítica".

El nombre de la muestra, "Deus ex machina", en referencia al recurso del teatro griego para, con una tramoya y un actor en el papel de un dios, dar resolución rápida aunque inverosímil a una trama, define perfectamente el porqué de la exposición. "Esperamos que la tecnología sea ese 'deus ex machina' que lo resuelva todo", ahonda Waelder, "pero en realidad estamos haciendo de la máquina un dios porque le estamos dando todos nuestros datos" por lo que en ocasiones, como las deidades, "nos generan una serie de miedos".

Por ello, Waelder hace un llamamiento a hacer del arte una "vía para entender mejor estos nuevos conceptos", advirtiendo que "tomamos las nuevas tecnologías con mucho entusiasmo, pero los ciudadanos debemos pedir a los políticos y empresas que actúen responsablemente, creando una inteligencia artificial que sea ética, no un producto que pueda acentuar las desigualdades o los prejuicios, porque podría crear grandes problemas".

En la exposición se recorren cinco temáticas, desde el planteamiento de que una máquina pueda ser creadora, a entender que nos vigilan y nos pueden controlar, el sesgo y la pérdida de diversidad que lleva inherente la inteligencia artificial, el diálogo entre una persona y una máquina o incluso el diálogo entre ellas, en lo referente a esa "superinteligencia" en la que "los hombres dejan de controlar el desarrollo tecnológico". Una visión artística y necesaria a los pros y los contras del progreso tecnológico.