Son líneas de esperanzas, ilusiones y proyectos, pero también de despedidas y sinsabores. El praviano Fernando Valdés Bango escribe el 25 de noviembre de 1907 a su hijo Jesús, embarcado hacia La Habana: "Si tú al marchar para esas lejanas tierras sentiste una gran tristeza según me dices en tu primera carta desde Santander, puedes imaginarte cuál sería la de todos nosotros por esa desdichada separación...". Prosa del corazón. La Asturias emigrante y la que permanece atenta y conmovida a las noticias que llegan de ultramar es, sin duda, la protagonista de "Voces de la ausencia. Las cartas privadas de los emigrantes asturianos a América (1856-1936)". En este volumen de palabras y días, recién publicado por Trea, la historiadora y licenciada en Humanidades Laura Martínez Martín concreta una investigación que le ha llevado casi quince años. Tiempo para dar curso a la densidad temporal de las ocho décadas que abarca su trabajo.

"Estamos acostumbrados a analizar fenómenos históricos a través de la perspectiva estadística, pero lo que nos permite lanzar una mirada profunda a esos hechos son las vidas reales contadas por sus protagonistas", explica esta investigadora guadalajareña. Su libro, que refleja desde la veracidad de los propios testimonios la continuidad del trajín emigrante entre Asturias y América, es el resultado de una tesis doctoral que la autora leyó en la Universidad de Alcalá en 2014. Recibió la calificación de sobresaliente "cum laude" y premio extraordinario de doctorado en Humanidades.

Laura Martínez, especialista en los estudios sobre cultura escrita y responsable de Comunicación y Difusión de la Red de Archivos e Investigadores de la Escritura Popular, encontró en el Muséu del Pueblu d'Asturies una mina de papel. Su investigación fue posible por un convenio de colaboración con la Red de Museos Etnográficos del Principado, del que es cabecera el de Gijón. Se conservan aquí, nada menos, que 14.000 cartas relacionadas con la pertinaz emigración transoceánica desde el Principado, fundamentalmente hacia Cuba, Argentina y México. Es un fondo documental que impresiona. Un "islote", como asegura la investigadora. "Mi director de tesis (el catedrático Antonio Castillo Gómez) me dijo: 'Asturias tiene esas cartas'". Está agradecida: "Desde el Museo me ayudaron y me dieron un gran apoyo".

La historiadora ha hecho una selección de cartas que trazan un arco cronológico que va desde mediados del siglo XIX hasta el año del estallido de la Guerra Civil española. La última epístola seleccionada es, precisamente, del 18 de julio de 1936. "Es una emigración de tipo económico, que se se mantiene siempre", afirma la autora. Después de la contienda, debemos hablar de exiliados o desterrados. Pero esa es otra historia.

Un 70 por ciento de las cartas están fechadas en algunas de las ciudades y países de la emigración asturiana en América; el 30 por ciento restante salió desde el Principado y regresó con los emigrantes cuando decidieron volver a su tierra. "Sus autores fueron generalmente hombres y mujeres cuya experiencia vital transformó tanto el mundo que dejaron atrás como los nuevos destinos a los que llegaron", explica el director del Muséu del Pueblu d'Asturies, Juaco López. Son epístolas que permiten trazar un estudio amplio sobre usos y costumbres, la evolución del lenguaje, los códigos familiares y sentimentales... Un material de primera mano, nunca mejor dicho, con el que el recomponer la unamuniana intrahistoria de aquellos asturianos que emigraron y de los que se quedaron.

"La emigración asturiana tuvo una ventaja: redes muy potentes, como en el caso de los gallegos, que permitían viajar con ciertas garantías y seguridades", hace resaltar Laura Martínez. Un ejemplo: los hospitales y escuelas del Centro Asturiano de La Habana. La cobertura de la ayuda del paisanaje. "Eso no quiere decir que no hubiera problemas y que no llegaran esas noticias", añade la investigadora. Son cartas de una "clase media que se afianzó en América". Otros -los menos- se hicieron ricos. Y hubo quienes siguieron siempre pobres.