Los orígenes de la tecnología se encuentran en las piedras talladas que a lo largo de miles de años han acompañado a varias especies de homininos en su recorrido evolutivo. La piedra tallada consiste en chocar una piedra contra otra de manera que se fragmente una de ellas y se obtenga una pieza menos pesada y un filo más o menos cortante. Aquella que no se fragmenta es más pesada y se denomina percutor, mientras que los fragmentos se llaman núcleo y lasca el de menor tamaño, más fino y con filo cortante.

Hasta hace unos años, se asumía que estas piezas solo estaban relacionadas con el género Homo, y más concretamente con la especie Homo habilis (hombre hábil). Sin embargo, las excavaciones y estudios actuales plantean una discusión que se está nutriendo poco a poco de los hallazgos realizados en los algunos yacimientos de Kenia y Etiopía. De modo que no está claro si son un rasgo específico de una sola especie, pues son varias las candidatas a haber dejado rastro de una transformación de la materia prima.

Si bien hay otros animales que transforman la materia para satisfacer aspectos de su subsistencia, en el caso de los seres humanos esto es generalizado y el proceso ha sido el resultado de la interacción entre las adaptaciones tecnológicas y biológicas, generando por tanto una evolución distinta a otras especies. Las herramientas pueden realizarse con diversas materias, por ejemplo, madera, hueso y piedra. Sin embargo, aquellas que más perduran en el tiempo y que recuperamos en mayor cantidad en los yacimientos arqueológicos son las de piedra.

En el proceso tecnológico de las herramientas de piedra o líticas se selecciona el material más apto (tanto para la talla como para las actividades a realizar, previo conocimiento de sus propiedades y del territorio), se transporta al lugar de hábitat, se talla y se emplean las piezas más aptas para acometer una actividad determinada.

Si bien hasta aquí las diferencias con otros animales son sutiles y se puede adaptar a otro tipo de materia, el siguiente paso evolutivo conlleva el control de varias actividades concatenadas, y este se ha generalizado en el comportamiento de la especie humana. Este consiste en el proceso de talla mediante percutores seleccionados, talla sistemática con piedra lanzada o sostenida con la mano que no ejerce la fuerza mediante el percutor, el ángulo para obtener unos filos, tamaños predeterminados y la configuración de la forma final. Esta última se consigue mediante un retoque que consiste en la talla de negativos pequeños que configuran una silueta concreta. La diversidad de formas finales es agrupada mediante el término de útiles, pues cada forma atiende a un uso más concreto, aumentando así su eficiencia, esto es, una mayor adecuación forma-función.

Los descubrimientos recientes en África apuntan a la posibilidad de que el uso de herramientas fuera realizado por varias especies de homininos Australopithecus afarensis o Kenyanthropus platyops y Paranthropus cf., y no solo del género Homo, como se venía pensando.

Existe una serie de elementos necesarios para esta evolución, principalmente el bipedismo, que libera las extremidades superiores (las manos), y unos hábitos alimenticios (consumo de carne) que requieren el uso de elementos extrínsecos al propio cuerpo, es decir, herramientas, para poder explotar al máximo las propiedades de dichos alimentos.

No será hasta la etapa llamada Olduvayense, asociada al Homo habilis, cuando se hagan herramientas cortantes a partir de talla lanzada sobre cantos rodados de río, principalmente. En el siguiente episodio, Achelense, asociado al Homo ergaster y al Homo erectus, los cantos y lascas tienen filos más o menos retocados, y se añaden piezas más sofisticadas (bifaces y hendedores) de diferentes tamaños. Lo que subyace es una norma o idea de la forma, que es compartida por una misma comunidad de humanos. Esto implicó una ampliación de las capacidades cognitivas y sus aplicaciones, estando, además, unas herramientas más cuidadas que otras.

El Paleolítico Medio está asociado a los neandertales (cuya distribución está restringida a Asia y Europa) y a la cultura llamada Musteriense. El uso de la talla lanzada se generaliza, tanto con percutores de piedra como orgánicos (hueso, madera). Las herramientas pueden adquirir varias formas de uno o varios filos y nos encontramos ante el uso continuo de los mismos hasta quedar completamente agotados. Asimismo, algunos filos retocados están relacionados no tanto con el trabajo de un material como con el enmangue de la herramienta, a la que se puede aplicar aglutinante (resina) para pegarla a un mango.

Cuando los neandertales se extinguen, solo queda una especie en la Tierra, el Homo sapiens, y a este episodio se le denomina Paleolítico Superior. A lo largo de unos 30.000 años, asistimos a un cambio tecnológico progresivo, en el que se suceden una serie de culturas con características herramentales cada vez más diversificadas y especializadas. Ello, a veces, está relacionado con los cambios climáticos, pues la mayor demografía y la explotación más específica de los recursos conllevaría una especialización más susceptible a dichos cambios. Sin embargo, se diversifican las materias que se emplean en la manufactura de las herramientas, por ejemplo, asta de ciervo y reno, e incluso diente y concha, además de la madera.

Esta etapa se caracteriza por la talla de soportes líticos alargados, denominados láminas o laminillas de tamaño más pequeño. Con estos últimos soportes, la microlitización alcanza su apogeo y se establece el uso de sistemas compuestos, en los que una herramienta (por ejemplo, punta de flecha) cuenta con más de una pieza lítica, la cual puede ser reemplazada sin necesidad de rehacer la herramienta de forma completa.

Asimismo, existe una proliferación de formas, principalmente relacionada con los proyectiles o puntas de flecha, que irá pareja, hacia el final del Paleolítico superior, con la invención del arco y el perfeccionamiento de los proyectiles, en un momento aún sin determinar. La cuestión estética se afianza durante este periodo, existiendo numerosos útiles y armas con decoraciones, algunas en el terreno de lo funcional embellecido (caso del asta y el hueso). También proliferan los yacimientos, y se establecieron conexiones a distancias cortas y largas, relacionadas no solo con las migraciones sino con los intercambios entre grupos humanos. Las herramientas, confeccionadas con diferentes materias primas, han sido el apoyo fundamental para poder subsistir y, por tanto, evolucionar de la mejor manera posible.