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"1917" gana la batalla de los "Globos de Oro" y pincha las ambiciones de Netflix

La cinta de Mendes vence por sorpresa como drama y Quentin Tarantino triunfa en la comedia en una noche aciaga para Scorsese y Almodóvar

Mendes recoge el premio a mejor director ante Helen Mirren y Antonio Banderas. EFE

La batalla se recrudece entre la plataforma televisiva Netflix y los sistemas de producción tradicionales. Los "Globos de Oro" dictaron una primera sentencia: portazo al venerado Martin Scorsese con su "El irlandés" y Noah Baumbach con "Historia de un matrimonio" y gloria por sorpresa para Sam Mendes con su drama bélico "1917" (que aún no se ha estrenado) y Quentin Tarantino en la categoría de comedia por "Érase una vez en... Hollywood".

La 77.ª edición de los Globos que concede la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood entregados en Los Ángeles deja claro que en este primer ring se sale con la suya el todopoderoso Steven Spielberg, detractor del cine fraguado en factorías televisivas, y que está detrás de "1917". No en vano fue el gran valedor del británico Mendes a principios de siglo con "American beauty", que se metió cinco "Oscars" en el bolsillo. Tras pasarse al lado oscuro de la fuerza con James Bond (estupenda "Skyfall", birriosa "Spectre") vuelve al cine comercial de calidad con una película que se vanagloria de estar narrada casi en un solo plano secuencia, hazaña que hay que poner en duda porque, en realidad, se trata de varios planos secuencia empalmados para que parezcan uno. Mendes también fue premiado al mejor director.

Como no podía ser menos, el último zarpazo tarantinesco ha estado rodeado de polémica y polvareda. Comedia hasta cierto punto (el cine de míster Quentin es un género en sí mismo) y con un tembloroso equilibrio entre aciertos y fallos, "Érase una vez en... Hollywood" se llevó tres distinciones (mejor comedia, mejor guión y mejor actor de reparto, Brad Pitt) frente a las dos de "1917", "Joker" (inevitable el premio al sublime Joaquin Phoenix, lo sentimos por Antonio Banderas, y respetable el de mejor banda sonora) y "Rocketman" (discutible el "Globo" como mejor actor de musical a Taron Egerton, aceptable el de mejor canción original). Pedro Almodóvar con su "Dolor y Gloria" nada pudo hacer contra el tsunami surcoreano de "Parásitos" en la categoría de mejor película en lengua extranjera. Se lo esperaba, como él mismo subrayó antes de la ceremonia. No hubo noche latina: Ana de Armas (por "Puñales por la espalda"), la muy favorita Jennifer López (por "Estafadoras de Wall Street") y Antonio Banderas también se quedaron con el discurso en el bolsillo. El de Phoenix fue, por cierto, uno de los más ácidos aunque sin llegar a los extremos incendiarios de "Joker": después de escuchar a varios colegas "desear lo mejor a Australia" por los incendios que la arrasan, espetó que "está muy bien pero no sirve de nada", aunque "es un gesto precioso". E insistió en la necesidad de "hacer cambios" en la vida cotidiana. Por ejemplo: no hace falta "ir en un avión privado a Palm Springs" -a tiro de piedra de Hollywood- y proclamó que "esperaba hacer las cosas mejor" al igual que las demás estrellas presentes.

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