"Mi abuelo, Manuel, emigró de Valdés a La Habana en 1905. Mi abuela, Ysabel, que era de Villanueva de Pereda, se fue en 1909. Ellos se conocieron ya allí, pero no en La Habana, donde estuvieron muy poco tiempo, sino en Tampa, a donde iban muchos gallegos y asturianos que emigraban a América. Porque Cuba no era el destino, sino la puerta de entrada a Estados Unidos: La Habana era muestra Ellis Island".

Tony Carreño cuenta con verdadera pasión su historia familiar, que se va entrecruzando con la de decenas de asturianos y descendientes de asturianos que, entre el último tercio del siglo XIX y la primera mitad del XX, pusieron rumbo a América buscando, como no, un nuevo mundo. Sus historias son las que componen ese gran tapiz de la emigración española en América que teje la exposición "Emigrantes invisibles. Españoles en EE UU, 1868-1945", comisariada por James D. Fernández y el asturiano Luis Argeo Fernández Álava, y que se inauguró anoche en el centro cultural Conde Duque de Madrid.

"Han sido diez años recogiendo materiales y objetos, memorias y desmemoria, y de objetos que están ya cayendo en la invisibilidad para contar una historia a través de estos documentos que consideramos que no ha sido bien tratada hasta este momento, y que no es otra que la historia de la emigración de todos aquellos que se fueron, desde todos los puntos de España, a los Estados Unidos de América", explica Argeo Fernández Álava. La muestra, que abruma por la cantidad de imágenes y documentos recopilados por los comisarios, pero también por la frescura y el ingenio de los recursos que utilizan para armar ese relato, ese gran retrato, de la emigración. Mas, pese a percibirse nítidamente la mirada de los comisarios en recursos como la introducción de dibujos de Alfonso Zapico para introducir los distintos ámbitos de la muestra, ese relato está contado desde cientos de puntos de vista, miles de voces, que no son otras que las de los emigrantes españoles en Estados Unidos. "En realidad no somos nosotros quien contamos esta historia, sino que lo que queríamos era permitir que los descendientes, que custodian el legado de esos emigrantes, narren a través de esa herencia la vida y las situaciones por las que pasaron, y como al final se convirtieron en parte de ese crisol de culturas que es Estados Unidos ", sostiene Fernández Álava.

Son historias como la de Tony Carreño o la de Cynthia García Tamargo, también con ascendentes moscones, que acabaron en aquellas tierras de la Florida. Ellos dos forman parte del Centro Español de Tampa, del que acudieron a Madrid once miembros, diez descendientes de asturianos y una con raíces vascas, para asistir a la inauguración de la muestra. Y el viaje, aseguran, mereció la pena. "Mi mamá habría estado en la gloria", concluye, emocionada, Cynthia García Tamargo.